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GUERRA EN LOS BALCANES

Los 'cascos azules' sólo controlan dos de las seis 'zonas de seguridad' establecidas en Bosnia

Alfonso Armada

El monte Igman, al suroeste de Sarajevo, una de las seis áreas de Bosnia que la ONU decidió cubrir bajo su manto protector, siguió ayer bajo el fuego graneado de los radicales serbios, que esperaban tomarlo por completo a los musulmanes de la Armija (Ejército bosnio) para culminar el cerco de la capital bosnia. Dos meses y medio después del establecimiento de las denominadas zonas de seguridad, fuentes de la Fuerza de Protección de la ONU (Unprofor) admiten que sólo han podido cubrir sus objetivos en Zepa y Srebrenica. En casi todas las restantes, los cascos azules dicen que deben plegarse a la buena voluntad de las partes, en especial de Radovan Karadzic, presidente de la autoproclamada República Serbia de Bosnia.

ENVIADO ESPECIAL

"El mandato del Consejo de Seguridad no nos permite hacer realidad las zonas de seguridad por la fuerza", declaró ayer Barry Frewer, portavoz de Unprofor en Sarajevo. Era la forma más educada de ocultar la frustración que embarga a algunos mandos de Unprofor.Sin embargo, Frewer aseguró que seguían manteniendo conversaciones con Karadzic para permitir el despliegue de los cascos azules. Karadzic ha respondido que la cuestión es debatida por su asamblea en Pale.

A pesar de que la decisión de la ONU advertía el pasado 6 de mayo a los serbios que se adoptaría "cualquier medida adicional que sea necesaria" para defender las zonas de seguridad, nada se ha hecho hasta el momento, aunque aviones de la Alianza Atlántica prestarán desde hoy mayor cobertura aérea a las zonas de protección.

El presidente en ejercicio del Consejo de la Comunidad Europea, el belga Willy Claes, mientras tanto, visitó ayer Sarajevo para "familiarizarse con la situación" y presionar al presidente bosnio, Alia Izetbegovic, piara que viaje a Ginebra, donde mañana se reanudarán las conversaciones sobre el futuro de Bosnia-Herzegovina, según informó el portavoz de la conferencia de paz, John Mills. Izetbegovic ha recibido una carta de los mediadores internacionales, David Owen y Thorvald Stoltenberg, invitándole a participar "este fin de semana en unas negociaciones, a desarrollar en sesión ininterrumpida hasta que se alcance un acuerdo". Pero ante el nuevo ataque serbio contra Sarajevo y el bloqueo de las rutas por donde llega la ayuda humanitaria por parte de las fuerzas croatas, lzetbegovic dejó ayer en suspenso su presencia en Ginebra.

El secretario de Estado norteamericano, Warren Christopher, calificó de "trágica" la situación en la capital bosnia y como "el problema diplomático más complicado del mundo". "Desafía todas las soluciones simples", agregó. Ayer también trascendió que han muerto otros dos niños de los abandonados el pasado viernes en un hospital psiquiátrico de Fojnica, a unos 50 kilómetros al noroeste de Sarajevo. Los niños fallecieron como consecuencia de un virus provocado por la deshidratación.

Si Sarajevo apenas puede pasar de un día a otro, las cosas no están mucho mejor en Srebrenica, un enclave al este de Bosnia donde intentan sobrevivir en condiciones desesperadas casi 50.000 personas, frente a las 10.000 de antes de la guerra. Srebrenica fue, el pasado 16 de abril, la primera ciudad en disfrutar del estatuto de zona protegida. No hay día en que desde la zona no lleguen informes de violaciones del alto el fuego, casi siempre desde las posiciones ocupadas por los radicales serbios. Srebrenica, en la que se encuentran más de 200 cascos azules canadienses, ha sido definida como una "cárcel al aire libre".

Bombardeos regulares

Gorazde, el último reducto de la resistencia de los bosnios musulmanes en el este del país, es bombardeada regularmente por los radicales serbios. Los 37.000 residentes de antes de la guerra se han convertido en 60.000, y sus condiciones de vida se agravan día a día. La situación es mucho menos dramática en el montañoso enclave de Zepa, también al este del país, donde la ONU sí ha podido cumplir su compromiso; algo parecido ocurre en Tuzla, un oasis de relativa normalidad en Bosnia central, que no ha sufrido graves ataques, aunque el corte de las comunicaciones por el HVO está poniendo en grave situación a las 400.000 personas que dependen de su centro de distribución. Bihac, al noroeste, se mostró en principio contraria a su conversión en zona de seguridad con el argumento de que la Armija había conseguido detener a los radicales serbios, y su situación humanitaria es la más desahogada de todo el país.

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