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41.000 estudiantes se juegan en dos días su futuro

Las chico universidades públicas de Madrid (Complutense, Autónoma, Carlos III, Politécnica y Alcalá de Henares) se convirtieron ayer en un hervidero de nervios. 41.013 alumnos (unos 2.000 más que en 1992) abarrotaron parte de sus aulas -y también lo harán hoy- para examinarse de la temible selectividad. En la jornada de mañana, los alumnos se enfrentaron a las asignaturas obligatorias de su opción de COU, y por la tarde a las optativas. Hoy, con los controles de las asignaturas comunes, concluirá una prueba que tanto profesores como alumnos coinciden en calificar de terrible, no ya tanto por su dificultad como por lo que se juegan los alumnos: estudiar o no la carrera apetecida; el listón, sobre todo en ciencias, está alto.

La normalidad reinó en las cinco universidades públicas de la región. Cambiaron las caras de los aspirantes, pero el desasosiego y las escenas de tensión fueron papel casi calcado de años precedentes, sobre iodo en la media hora anterior al inicio de la prueba."¡Vaya mierda de examen, tío!". Juan (de 17 años) salió del aula con el rostro desencajado. Un compañero que había terminado antes que él, repuso: "Yo, de pula madre la segunda pregunta,-¡ la primera... ¿Qué comentario de texto has hecho tú, el de Cela o el de Delibes?".

Los rostros de los alumnos al abandonar las aulas mostraban un aspecto directamente proporcional a cómo les había salido el ejercicio. Así, los había de desconsuelo, impertérritos, expresivos, ceñudos, de alegría contenida...

Algunos padres que acompañaron a sus hijos también se contagiaron de la zozobra. Una madre, incluso, llegó llorando a la Autónoma. Los profesores tuvieron que tranquilizarla. Ella y su hija, desnortadas por los nervios, habían ido a la Complutense creyendo que era allí donde tenían que presentarse, cuando en realidad a la chica le correspondía la Autónoma. Llegaron por los pelos. Fueron momentos de la inevitable angustia de la selectividad.

A juzgar por los comentarios de algunos profesores, los intentos de copiar fueron prácticamente nulos en la Universidad Autónoma y en la Complutense. Tiene una explicación, según Carlos Sieiro, catedrático de Física y Química de la Autónoma y presidente del Tribunal número 7: "Ahora hay más competitividad entre los alumnos. Saben que el porcentaje de aprobados suele ser bastante alto y que lo importante es la nota final". El año pasado superaron la prueba más del 85% de los alumnos que se presentaron.

Sieiro difiere de quienes no creen en este sistema. La selectividad es un recurso del Estado para garantizar que todos sean juzgados por el mismo rasero, sostiene. A su juicio, esta prueba "tiene un efecto nivelador; al buen estudiante suele bajarle la nota, y viceversa".

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José Luis Rozalén, catedrático de Filosofia del instituto Giner de los Ríos, argumenta que la selectividad, tal y como está concebida, es un sistema que adolece de "imperfección". "No mide lo que pretende medir. Habría que inventar otro mecanismo más racional y coherente. Si al COU se le otorgara su verdadera dimensión universitaria, la selectividad estaría de más", concluye.

Más rigor

Las autoridades académicas saben del mal trago que sufren los aspirantes a universitarios. Por eso, este año se ha optado por imprimir un "mayor rigor e imparcialidad" a la hora de puntuar el ejercicio, según afirma Bernardo Álvarez, delegado del rector de la Autónoma para alumnos.Así, cada profesor no podrá corregir más de 200 controles (la mitad que el año pasado) y se han establecido unos criterios de evaluación que dejan poco margen a la arbitrariedad del examinador.

Tales criterios figuran en unos cuadernillos que serán enviados a los centros donde los alumnos han cursado COU junto con las papeletas de las notas.

"De esta forma, los estudiantes que no estén de acuerdo con la valoración de su ejercicio sabrán qué reclaman y por qué reclaman", dice Adolfo Arias, vicerrector de alumnos de la Universidad Complutense. Los alumnos dispondrán de cinco días para presentar las reclamaciones que juzguen oportunas.

El plazo de preinscripción en las facultades madrileñas (que el año pasado albergaron a un total de 241.804 alumnos) empieza el 1 de julio y se prolonga hasta el día 26 de ese mismo mes.

Oferta de plazas

No se conoce aún el número exacto de plazas universitarias a las que podrán optar los alumnos que aprueben la selectividad. Un portavoz de la Secretaría de Estado de Universidades señaló ayer que el dato se hará público hoy, jueves, o mañana.El año pasado, el ministerio ofreció unas 45.000 plazas, incluyendo las de la universidad privada de Comillas. Para el próximo curso, Madrid dispondrá de un segundo centro universitario privado, el de San Pablo (antiguo CEU).

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