En Pitis se habla portugués
Un centenar de familiares de inmigrantes lusos acampan en Fuencarral, junto al ferrocarril
Los niños del poblado chabolista de Pitis, en Fuencarral, saben bien lo que es un tren. Hace ocho años sus padres levantaron varias casetas junto a la vía del ferrocarril que va a la sierra. Y en 1987 fueron expulsados. Pero regresaron. Desde entonces ha crecido el asentamiento, habitado por inmigrantes de una de las zonas más pobres de Portugal, la comarca de Tras os Montes, junto a la raya de Zamora. Ahora hay casi cien chamizos. No tienen ni agua ni luz y sólo son asistidos por voluntarios de Cáritas. No están incluidos en ningún plan de realojamiento.
Las ratas, el barro y la basura son algo cotidiano. Pero chabolistas, asistentes sociales y policías están de acuerdo: no hay venta de droga. La única actividad punible es la mendicidad infantil. El poblado, lleno de furgonetas destartaladas, está rodeado por el campo y no muy alejado de algunas viviendas de Mirasierra. Sólo resulta visible desde estos bloques o desde el tren. Y pasa inadvertido. Además, las casetas, que ocupan terrenos privados, no estorban en ningún plan urbanístico inminente.
Sus habitantes no están incluidos en los programas del Consorcio para el Realojamiento de la Población Marginada, que se ocupa de los gitanos españoles. Ni tampoco en los planes sociales dirigidos a inmigrantes asentados en poblados chabolistas.
Los hombres se buscan la vida en la construcción, y las mujeres, en el servicio doméstico. Pero hay muchos parados y la mendicidad es algo habitual. "A veces voy al Rastro de Tetuán a pedir", comenta con naturalidad una niña de 11 años. "Nos vinimos porque aquella era una comarca muy pobre", explican sus familiares.
Providencia Divina Correia, de 56 años, llegó hace dos lustros. "Esto está mal, muy mal; pero allá en Braganza no vivíamos mejor. Es como en todas partes: quien tiene, bien; pero quien no...". Otros miembros de la amplia familia de los Correia vivieron, antes en San Sebastián. "La única diferencia es que allí teníamos agua", aseguran. La falta de agua y de luz es una queja constante y sentida. Para lavar y asearse hay que coger el coche e ir a llenar bidones a la fuente de la Colonia del Pino, adonde tardan casi media hora en llegar. Tomar un chato y jugar una partida resulta más fácil, ya que una de las chabolas funciona como bar y salón recreativo, con un futbolín y varias mesas.
Fregar en un caño
"En todos los poblados chabolistas hay fuentes, menos en éste", explican con convicción unas mujeres del poblado portugués. "Carecemos de lavaderos y tenemos que fregar en un caño, y luego nos denuncian los vecinos", añaden.Algunos han arreglado y aseado su chabola hasta convertirla en algo parecido a un hogar. Pero en cuanto un niño o un adulto dan un paso en falso quedan rebozados en el lodazal que lo impregna todo. Una asistente social de Fuencarral recuerda que, en los primeros tiempos, "éstas eran de las chabolas peor construidas de la ciudad".
El asentamiento nació hace ya ocho años. Un grupo de inmigrantes portugueses de Braganza y de Miranda do Douro levantaron sus casetas junto a uno de los puentes de la vía férrea.
En 1987, el Consorcio para el Realojamiento de la Población Marginada, que tenía ya censadas dos millares de chabolas, denunció el asentamiento como ilegal. Y la pala excavadora cayó sobre ellos. Algunos acabaron embarcados en el expreso Lusitania. Pero, de la noche a la mañana, volvieron a asentarse pocos metros más allá, en el emplazamiento actual.
Ya en 1992, los servicios sociales de Fuencarral contabilizaron 66 chabolas, ocupadas por 150 adultos y 140 niños. Pero el poblado ha crecido. Numerosos pequeños acuden al colegio público Mirasierra. Y dieciseis familias, con uno de los cónyuges de nacionalidad española, cobran el salario social.
Hace dos años, un incendio devastó varias chabolas, y sus pobladores, apoyados por Cáritas, organizaron una comisión de representantes. Han acudido varias veces a la Junta de Fuencarral para que les instalen luz, una fuente y un lavadero. No lo han conseguido. Sólo se han colocado varios contenedores de basura, que se recoge dos veces a la semana.
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