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Libro Blanco, panorama negro

"El problema no es que escasee suelo para viviendas y sobre para oficinas e industrias. Hay suficiente espacio calificado para todo. Lo que falta es vivienda construida a precio razonable", afirma el viceconsejero de Política Territorial, Oswaldo Román. Y niega fundamento a las quejas de los promotores, que argumentan la escasez y carestía de los terrenos para explicar los altos precios de las viviendas: para ellos el panorama es negro.El problema, según Román, está en el escalón intermedio, en urbanizar el suelo ya - definido como urbanizable. "Faltan empresas interesadas en invertir ahí", señala, "al sector le ha interesado que haya poco suelo para que siga subiendo el precio". En su opinión, si las compañías invirtieran en adecuar los terrenos, los precios serían más razonables.

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Falta espacio para vivir, sobra para trabajar

A fin de corregir éstas y otras deficiencias, la Consejería de Política Territorial presentará en junio dos iniciativas ante la Asamblea de Madrid. La primera es el proyecto de Ley del Suelo, que concede mayores atribuciones al Gobierno regional y a los ayuntamientos para intervenir y establecer mecanismos, como la ejecución forzosa, para desbloquear el desarrollo de los terrenos. Además, la Administración autónoma podrá hacer reservas cautelares de suelo.

La segunda iniciativa es el Libro Blanco del plan regional de estrategia territorial. Este documento de debate plantea coordinar los planeamientos municipales y ordenar el espacio y las infraestructuras. Propone la intervención directa de la Comunidad. Ahora, el 86,5% de la región -8.027 kilómetros cuadradoses suelo no urbanizable.Polígonos desordenadosSin embargo, las perspectivas son peores para el suelo industrial. "No se ocupará todo ni en diez años", predice José Barta, presidente de la firma de consultores INTEC. Aquí la crisis no es de coyuntura, sino de estructura. Sobra espacio y falta industria. Los ayuntamientos han creado polígonos con poco orden y menos concierto. Mientras, la actividad- ha ido descendiendo y las empresas tienen necesidades distintas a las de antaño. Precisan menos espacio y mejores condiciones ambientales.

Sobra suelo y faltan industrias. Así las cosas, es mejor recalificar los excedentes y darles uso como viviendas.

Pero, al final, alquilar un piso sigue exigiendo un fuerte presupuesto. La escasez de oferta dispara los precios. La incertidumbre sobre la reforma legislativa frena a muchos caseros, que prefieren seguir con el inmueble vacío. En la región hay 250.000 viviendas desocupadas. La Comunidad observa una somera bajada de los precios de los alquileres en la capital (un 41/o menos que en 1992), aunque reconoce un alza del 23,6% en la periferia. -

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