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OIvídate del dichoso mercado

Pedro José Huertas, un joven veterinarlo que tiene una modesta clínica en el madrileño barrio de Moratalaz, muy cerca del instituto de bachillerato Felipe II, recibe amablemente en su consultorio a su posiblemente futura colega Mirian. También él dudó entre biológicas y veterinaria. El Consejo de Universidades envió el Documento base para la elaboración de un informe marco de la programación de la enseñanza superior a todas las universidades en diciembre de 1991. De sus datos estadísticos se deducía que la capacidad de absorción del mercado laboral de los titulados recientes es muy baja en las profesiones de las áreas de las humanidades y de las ciencias biosanitarias, con la excepción de enfermería y fisioterapia y, que entre éstas últimas, la más baja precisamente es la de los biólogos. Mirian le dice a Huertas que sabe que las cosas están así de mal para los biólogos y que si, como él, acaba decidiéndose por la veterinaria, será más bien por la negativa información que tiene acerca del actual plan de estudios de biología y sobre las escasa posibilidades que cree que en contrará para el trabajo de investigación en un laboratorio, que es lo que le gusta.

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Expectativas

Por otra parte, tampoco los veterinarios tienen ahora expectativas apasionantes. Dice Pedro José Huertas que él vive con dignidad del trabajo en la clínica, porque es de su propiedad. No tiene quirófano, pero las intervenciones quirúrgicas las realiza en la clínica de un colega con él y un tercer compañero: "El mercado de las clínicas de servicios para los animales domésticos hace tiempo que ha empezado a agotarse".

De su promoción -se graduó en 1984- cree que la inmensa mayoría está trabajando, y también las de los dos años siguientes, "pero a partir de entonces las cosas han ido empeorando".

El economista Emilio Ontiveros recomienda a los nuevos aspirantes a la Universidad "que se olviden, si pueden, de la obsesión por el mercado del trabajo". Por lo que concierne al mundo de las ciencias económicas y empresariales, "es evidente", dice, "que el nivel de desempleo, que era prácticamente nulo hasta hace un año, empezó a empeorar a partir del mes de julio aproximadamente, pero también puede mejorar en poco tiempo".

"Lo importante, añade el catedrático de la Autonóma madrileña, "es que los alumnos se fijen más en los contenidos que en el dichoso mercado; que afronten los estudios con el deseo de divertirse estudiando; que, en lugar de cuestionarse constantemente qué se puede hacer con esta carrera, se pregunten qué es lo que van a estudiar y cómo".

Otro economista, Lorenzo Zabala, de Russel Reynolds, entidad que se dedica a la búsqueda y selección de directivos empresariales, no es tan optimista en sus consejos a los estudiantes que se plantean la aventura de la carrera de económicas o de empresariales.

Zabala les sugiere que reflexionen sobre algo que no se considera frecuentemente, y es que probablemente el licenciado en cualquiera de esas dos especialidades sea uno de los potenciales profesionales que "menos tienen en su mochila en el momento de obtener el título".

Y añade: "Un arquitecto, por ejemplo, cuenta desde el primer momento con el capital de su firma, que puede estampar legítimamente sobre el proyecto de construcción de un edificio al día siguiente de graduarse. Pero el economista apenas tiene nada, y cuando acude a demandar un empleo se le acumulan las preguntas: ¿Y qué más tienes? ¿Cuántos idiomas dominas? y si, como es lógico, no tiene ninguna experiencia previa, seguro que se le preguntará sobre qué cosas derminadas conoce y si ha ampliado su formación con masters o cursos en el extranjero".

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