"Hemos pegado un petardo", reconoce Pablo Lozano

Pablo Lozano, propietario junto a sus hermanos de la ganadería de Alcurrucén, de la que es representante, no se andaba con medias tintas a la hora de valorar a sus novillos lidiados ayer: "No hay que darle vueltas ni buscar disculpas, hemos pegado un petardo". Después añadía que tampoco era cuestión de dramatizar el asunto: "Como ganadero nunca se acaba de aprender, ha sido una lección que nos obligará a trabajar más; pero tampoco pasa nada. Unos días salen buenos los toros y otros malos; al igual que los toreros, que unas veces están bien y otras mal".Con respecto a la condena a banderillas negras del cuarto novillo, decía que era lógica: "Tal vez ya estaba picado; pero, desde luego, bravo no era y no se debe discutir esta decisión". Lozano se agarraba a su único consuelo: "Los novillos fueron mansos, pero no muy peligrosos".

Pedrito de Portugal, que cuando mató a su segundo enemigo acudió a la enfermería a interesarse por sus banderilleros Manuel Deliz y Vallito, se quejaba de que entre la mansedumbre y el aire quedó inédito. Al lado, su mentor, Victoriano Valencia, puntualizaba: "En conjunto ha sido la peor novillada que he visto en mi vida".

Los dos se marchaban tranquilos al saber que tanto Deliz como Vallito no tenían nada grave. Deliz sufrió una fuerte paliza, con contusiones y erosiones múltiples, de pronóstico reservado, que le provocaron conmoción cerebral. Hoy se le harán exámenes radiológicos porque preocupa que alguno de los golpes le haya dañado el cuello, donde tuvo que llevar un collarín hasta hace poco por una lesión. Vallito sólo presentaba un fuerte golpe en su rodilla derecha y tras ser atendido salió cojeando y apoyado en un compañero.

"Lo de Deliz ha sido un milagro después de la espectacular y dramática cogida", señalaba el doctor García Padrós, que le atendió en la enfermería, a cuya puerta había gran cantidad de excrementos de caballo cuando llevaron a los dos heridos.