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La crisis de una democracia enferma

, La disolución del Congreso de la República y la destitución manu militar¡ del presidente de la Corte Suprema de Justicia decretados ayer por el presidente de Guatemala, Jorge Serrano, constituyen el epílogo de un proceso hacia la democracia que, si bien en su momento supuso una esperanza de desarrollo político para un país de inveterada tradición totalitaria, muy pronto quedó desvirtuado por la corrupción de las camarillas políticas que han monopolizado lo que debió ser un juego libre de alternancia en el poder.El proceso se remonta al 23 de marzo de 1982, cuando un grupo de oficiales jóvenes depuso al Gobierno de Romeo Lucas García, bajo cuyo mandato se alcanzaron en Guatemala los más altos niveles de corrupción. Sin embargo, los jóvenes oficiales entregaron el poder al general Efraín Ríos Montt, un fanático religioso que se autoproclamó presidente de la República y quiso perpetuarse en el poder.

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Un nuevo golpe de Estado, el 8 de agosto de 1983, devolvió el proceso democratizador al esquema inicial. Llegaron así las elecciones generales de 1985 en las que triunfó el carismático líder de la Democracia Cristiana, Vinicio Cerezo Arévalo.

Tras algunos éxitos iniciales -Cerezo Arévalo fue inspirador del proceso de Esquipulas, que logró la pacificación de Centroamérica- la creciente corrupción fue haciéndose, cada día más, la constante del quehacer gubernamental. A Vinicio Cerezo, que sufrió dos intentos de golpe de Estado, se le acusa de enriquecimiento ilícito, extremo que no ha podido ser dilucidado en los tribunales por la inmunidad de la que goza en su calidad de diputado del Parlamento centroamericano.

Partido minoritario

Cerezo Arévalo entregó el poder a Jorge Serrano el 14 de enero de 1991. El nuevo presidente de Guatemala, que apenas seis meses antes de las elecciones sólo contaba con un 4%a de la intención de voto, alcanzó la presidencia merced a una serie de carambolas sólo explicables en el subdesarrollo político de este país. Jorge Serrano, líder de un partido minoritario (en las elecciones generales que lo llevaron a la presidencia obtuvo 18 de los 116 escaños en el Congreso), que le obligó a ceder a las presiones de los políticos tradicionales a quienes la opinión pública señala como los auténticos barones de la corrupción imperante en Guatemala.

Así, la gestión de Jorge Serrano ha sido, para el pueblo de Guatemala, tremendamente frustrante. Al mandatario se le acusa públicamente de haber superado todos los récords de corrupción de sus antecesores en la presidencia del país.

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