Orden
El orden internacional vuelve a ser lo que era, y en este contexto, la coronación de Felipe González en Aquisgrán es una hermosa secuencia homenaje de la María Goretti de la europeidad, mientras EE UU y Rusia renuevan los tradicionales lazos de equilibrio atómico que les unían y pastelean sobre Yugoslavia. El orden internacional necesita ejes vertebradores de la urdidumbre de los órdenes locales, y hasta que no se demuestre lo contrario, Serbia cumple mejor esa función que cualquier otra combinación geopolítica del damero maldito de lo que fue Yugoslavia. EE UU y Rusia, así como Francia, ya tuvieron clara esta candidatura desde el comienzo, pero luego los alemanes que si Croacia, y los turcos que si Bosnia, y que si patatín, que si patatán. Basta. Estados Unidos y Rusia se han vuelto a reunir en la galaxia, han contemplado Europa y han decidido que no está madura para gobernarse y que el único intervencionista decidido era un tal Jordi Pujol Soley que no les salía en el censo.Y así el viernes se daban por buenas las conquistas serbias, pero los socios europeos de EE UU y la URSS se quejaron amargamente: ¿para qué hemos estado negociando si luego resulta que se aceptan los hechos de conquista? ¡Un poco de disimulo! Y el sábado: disimulo. Sobre el papel todavía no se acepta la situación de facto y la aviación norteamericana, además, arrojará hamburguesas en paracaídas allí dond vea un casco azul, venga de donde venga, y garantizará las transfusiones de catsup. Nuestro ministro el señor Solana ya ha tratado de explicar el sábado lo que era inexplicable el viernes, pero al fin y al cabo cada vez son menos exteriores los asuntos de los ministros de Asuntos Exteriores europeos y bastante hacen con prestar el rictus de la melancolía al festival de Eurovisión. Porque de eso se trata.
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