Major está ahora en el centro de todas las presiones comunitarias
El Gobierno británico, centro de todas las presiones comunitarias una vez despejada la incógnita danesa, proclamó ayer que pisaría el acelerador y resolvería de una vez la ratificación de Maastricht. El primer ministro, John Major, dijo sentirse "aliviado" por el sí de Dinamarca. Pero el alivio puede convertirse en presión si, en los próximos meses, reaparecen los titubeos gubernamentales frente a las encerronas legales de los conservadores rebeldes.
Major puede sentirse satisfecho por el resultado en Dinamarca e incluso puede atribuirse parte del mérito. Fue él, como anfitrión en la cumbre de Edimburgo, hace cinco meses, quien arbitró las concesiones necesarias para hacer cambiar de opinión a los votantes daneses.Pero eso no significa que haya terminado su vía crucis doméstico. Aún falta un buen trecho en Westminster. Y la Comunidad, ya libre de la amenaza danesa, no tardará en recordarle a John Major que, además del tratado, hay que definirse sobre el Sistema Monetario Europeo (SME). El Gobierno británico ha señalado que el retorno de la libra al SME no se contemplará en esta legislatura, cuyo término se extiende (salvo crisis) hasta la primavera de 1997.
Hoy se procederá en la Cámara de los Comunes a la tercera lectura de la ley para la entrada en vigor del Tratado para la Unión Europea. Con la anunciada abstención del bloque laborista, el texto debe salir adelante. El agotador trámite de la cámara baja quedará oficialmente resuelto. Habrá costado 200 horas de debate, noches en blanco, retiradas estratégicas y humillaciones políticas para el Gobierno y una grave división en el Partido Conservador.
Más allá queda la Cámara de los Lores, con la última trinchera euroescéptica. Ahí están la ex primera ministra Margaret Thatcher, Lady Thatcher, y su fiel Norman Tebbit, a la. cabeza de un grupo de irreductibles. A poca atención que ponga el gobierno, sin embargo, a la hora de convocar a los perezosos e indisciplinados lores, la ley debe emerger intacta.
Escollos peligrosos
Será después, hacia mediados de julio, cuando emerjan los escollos más peligrosos para el Gobierno. Primero, la votación sobre el Capítulo Social, aplazada en su momento. Aunque los pronósticos favorecen al gobierno, con Major y su volátil partido no se puede estar nunca seguro. Luego deberá resolverse el recurso jurídico que piensan plantear los conservadores rebeldes, basado en la confusa supresión del preámbulo de la ley, aceptada en abril por el Gobierno. Es dificil que Maastricht quede definitivamente ratificado antes de octubre.
En algún momento entre la próxima semana y otoño, Major deberá hacer un paréntesis para cambiar la composición de su gobierno. Los ministros de Economía, Educación y Agricultura están quemados, el de Exteriores, Douglas Hurd, piensa en retirarse, y los jerarcas del Partido Conservador claman por un giro a la derecha que entronque con el thatcherismo y ayude a cerrar las actuales divisiones.
En otras capitales comunitarias, mientras tanto, el impacto del sí danés sobre el proceso de ratificación británico ha sido objeto prioritario de los comentarios. "Europa estaba suspendida a la respuesta danesa; si hubiera sido negativa, la Comunidad habría quedado bloqueada y Gran Bretaña se habría negado a ratificar el tratado", recalcó en París el ministro de Asuntos Exteriores francés, Alain Juppé. Su colega griego, Andreas Papaconstantinou, aseguró ayer en Atenas que "este resultado ayudará seguramente los esfuerzos del Gobierno británico para ratificar el tratado".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.