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El juicio por el incendio de Mölln revela el fondo social del racismo en Alemania

El juicio contra Michael Peters, de 25 años, y Lars Christiansen, de 19, los dos supuestos responsables de causar el 23 de noviembre, el incendio en las dos viviendas de Mölln, en el norte de Alemania, en el que murieron Bahide Arslan, de 51 años; su nieta Yeliz, de 10 años; y su sobrina Aysche Yilmaz, de 14 años; todas ellas ciudadanas turcas, se inició ayer. La tragedia supuso el punto culminante de la ola de violencia neonazi. Christiansen negó la confesión de culpabilidad que había hecho y ofreció una versión que parece avalar a quienes aseguran que estas bandas neonazis son más un fenómeno social que político.

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La pequeña sala donde se celebraba el juicio parecía poco acorde para las impresionantes medidas de seguridad desplegadas por la policía. Ambos acusados, acompañados por sus abogados, estaban protegidos por cristales blindados y los policías registraron exhaustivamente a todos los que entraron en la sala. Peters y Christiansen formaban parte de un grupo neonazi, dirigido por el primero, acusado de haber provocado multitud de incendios similares en esta zona del país. Fueron detenidos pocos días después de los hechos y confesaron su autoría.Ayer, sin embargo, era difícil reconocerlos en función de las fotografías que se hicieron públicas tras su captura. Ambos se habían dejado crecer el pelo y su imagen se alejaba mucho de la de los dos skinheads que personalizaron la barbarie neonazi del año pasado. Christiansen, unas semanas después de su detención, intentó suicidarse en prisión cortándose las venas.

Alabar a Adolf Hitler

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Este joven de 19 años, que trabaja de ayudante en una tienda de alimentación, aseguró que llevaba tiempo intentando salirse de aquella pandilla de cabezas rapadas, pero que no había podido hacerlo porque "no tenía otros amigos". Christiansen explicó que se había unido a este grupo "que alababa a Adolf HitIer y profesaba el odio a los extranjeros" cuando tenía tan sólo 15 años.

"Gritábamos consignas contra los extranjeros, pero esto no es lo que yo pensaba de verdad, era sólo un juego". Pero el acusador privado que representa a la familia de las víctimas puso en duda su afirmación, obligándole a admitir que había decorado su habitación con emblemas nazis y carteles que propugnan el racismo y la xenofobia.

Según el alegato del fiscal, Klaus Pflieger, "motivados por el odio a los extranjeros, ambos acusados estaban dispuestos a aceptar la muerte de personas". Peters y Christiansen se enfrentan a una posible sentencia a cadena perpetua por triple asesinato e incendio, aunque la petición del fiscal no se conocerá hasta la semana que viene y el juicio durará probablemente hasta finales de julio.

Christiansen, caso de ser encontrado culpable, podría beneficiarse por tener sólo 19 años de edad, de una pena más benigna, pero nunca menos de 10 o 15 años. Rolf Bossi, su abogado, un letrado de Múnich famoso en Alemania por especializarse en casos espectaculares, ha anunciado que intentará probar que su cliente no participó en el incendio. Este joven arrepentido asegura que cuando confesó ante la policía lo hizo por miedo ante la dureza de los interrogatorios. "Intentaremos impedir que un joven que dice que no tomó parte sea convertido en un criminal", dijo Bossi.

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