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GUERRA EN LOS BALCANES

La CE propone 'sellar' la frontera entre Serbia y Bosnia para cortar el flujo de armamento

Lluís Bassets

LLUÍS BASSETS, Vuelve a alejarse ñla posibilidad de una intervención militar en Bosnia, según aseguraron los ministros de asuntos exteriores de la CE ayer en Bruselas, después de escuchar al copresidente de la conferencia de paz David Owen. Los Doce valoraron muy positivamente el cambio de actitud de Slobodan Milosevic, el presidente serbio, quien ha condenado la actitud de la asamblea de Pale, pero desean comprobar la autenticidad de su actitud. La CE quiere sellar la frontera entre Serbia y Bosnia para evitar que prosiga el suministro e armas a las zonas controladas por los serios de Bosnia

El plan de paz de Cyrus Vance y David Owen vuelve a estar en el centro de la mesa, pocas horas después de que se le diera por liquidado y apuntillado por la asamblea de los serbios de Bosnia. Los ministros de Exteriores de la CE reiteraron ayer de nuevo su confianza en este texto, alentados por el éxito del último alto el fuego y por la aparente calma reinante en las cinco zonas que quedaron bajo protección de la ONU. "Hablar de optimismo parece un sarcasmo en una guerra como ésta, pero empieza verse un poco de luz", aseguró el ministro español de Exteriores, Javier Solana.La victoria de Borís Yeltsin en su referéndum permitirá a Rusia adoptar actitudes más activas ante Serbia, según los ministros comunitarios, que esperan incluso la participación de tropas rusas en la fuerza de paz. El cambio de opinión que se produjo en el Gobierno de Belgrado y entre la propia población serbia, que ahora aceptan sin reservas el plan Owen-Vance, es el otro date, citado por Solana para explicar la nueva situación. Sólo el ministro alemán, Klaus Kinkel, insistió en la posibilidad de levantar el embargo de armas a la República de Bosnia.

Tesis alemana

La tesis alemana, que no obtuvo ningún eco en el Consejo de Ministros, es actualmente la más próxima a la de la Administración norteamericana. Pretende equilibrar las fuerzas militares en presencia mediante el suministro de armas a los musulmanes bosnios y alternativamente el bombardeo selectivo de centros neurálgicos de las fuerzas serbias. Según este tipo de estrategia, se trata de evitar el compromiso de fuerzas terrestres, altamente indeseable Para los norteamericanos, mientras se favorece al bando hasta ahora más perjudicado en el conflicto.

Este tipo de planteamientos produce escalofríos en algunos socios europeos, sobre todo entre los más comprometidos hasta ahora en la vía de la resolución pacífica del conflicto: Francia, el Reino Unido y España. Estos países confían únicamente en el plan de paz Owen-Vance y han solicitado de Estados Unidos que, antes de hablar de medidas militares, ponga a disposición de la ONU fuerzas terrestres para seguir aplicando las medidas humanitarias y de mantenimiento de la paz ya iniciadas.

El secretario general de la OTAN, Manfred Wörner, se hizo ayer eco de estas divergencias al afirmar durante una conferencia en Italia -aunque sin citar explícitamente a Bosnia- que su organización no podía "apoyar de manera global cualquier operación internacional de mantenimiento de la paz".

Los ministros de Exteriores acordaron organizar un dispositivo de control de la frontera entre Serbia y Bosnia mediante el envío de observadores de la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) o de la Unión Europea Occidental (UEO) a los puntos de paso, para evitar la llegada de combustible, municiones o armas. "Vamos a tomar la palabra a Milosevic por la palabra", dijo Solana.

A pesar de este margen de confianza, los Doce siguieron avanzando en la aplicación del bloqueo total a Serbia, y aseguran, como han venido diciendo en las últimas semanas, que "no se descarta ninguna medida, incluidas las militares". Los ministros acordaron mandar también una "seria advertencia" a Croacia por la apertura de hostilidades en Mostar, en el momento preciso en que musulmanes y serbios acceden a respetar el alto el fuego.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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