_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La hora de la ONU

LA RESOLUCIÓN adoptada el jueves por el Consejo de Seguridad de la ONU colocando bajo su protección las ciudades de Sarajevo, Tuzla, Zepa, Gorazde y Bihac, cercadas por las tropas serbias de Bosnia, reviste una gran importancia y puede desempeñar un papel destacado en la aplicación del plan de paz Owen-Vance, único instrumento de intervención existente. Es muy significativo que tal decisión haya sido aprobadapor unanimidad, pues ello supone que Rusia ha votado ese texto que lleva implícita la posibilidad del empleo de la fuerza por la ONU para impedir que los serbios prosigan sus conquistas en esa parte de Bosnia. Por otra parte, es significativo que la iniciativa de esa resolución haya partido de los países no alineados (Cabo Verde, Marruecos, Pakistán, Venezuela y Yibuti), siempre muy críticos con respecto a la timidez de las grandes potencias a la hora de tomar medidas enérgicas contra el agresor.Ahora la pelota la tienen los serbios de Pale: hasta ahora no sólo no han abandonado el cerco de alguna de las ciudades protegidas, sino que han intensificado el cerco y los bombardeos. Si esto sigue, la ONU tiene que preparar sin dilación las respuestas militares más eficaces. La oportunidad de esta resolución coincide con una notable evolución en la actitud de Milosevic después del voto del Parlamento de Pale. No hace falta recordar su responsabilidad al haber iniciado los planes expansionistas serbios, tanto en Croacia como en Bosnia, y al haberlos apoyado con constancia. Pero todo indica que se ha abierto una grieta, quizá un abismo, entre los intereses de Milosevic y los de sus ex servidores bosnios.

El presidente serbio no ha podido permanecer indiferente ante las consecuencias del embargo impuesto por la ONU, ni ante la amenaza del empleo de la fuerza por parte de las Naciones Unidas, y más concretamente por EE UU. A Milosevic le conviene al menos un compás de espera en su belicismo; por eso apoya el Plan Vance-Owen y se enfrenta a los extremistas de Pale. Es más, Belgrado ha decretado un embargo contra los serbios de Bosnia. Si se aplica, tendría para éstos unos efectos gravísimos. Para tratar de garantizar su cumplimiento, la ONU debería reforzar el número de observadores en los límites entre Serbia y Bosnia: se sabría así si lo dicho por Milosevic es más que retórica. En todo caso, el propio cinismo de Milosevic puede ser útil en esta fase para crear las condiciones que hagan viable el Plan Vance-Owen.

En estas circunstancias, el problema del uso de la fuerza militar por la comunidad internacional se presenta mucho más concentrado en el objetivo de superar la negativa de los serbios de Pale. Éstos son apoyados por el partido nacionalista de Sese1j, que tiene un tercio del Parlamento de Belgrado, y por los grupos procomunistas de Moscú. Pero han perdido el apoyo oficial yugoslavo y el más indirecto que recibían de Rusia. Se suele emplear un lenguaje excesivamente oficial para designar al poder instalado en Pale. No, es realmente un Parlamento la asamblea que ha rechazado el Plan Vance-Owen: nunca ha sido elegida y en ella predominan los jefes de bandas armadas, responsables algunos de ellos de acciones horribles. Hablar de referéndum en un territorio que ni siquiera está delimitado y en el que no hay censo es una broma siniestra. La respuesta de la ONU a Pale debe ser clara: los europeos deben ponerse de acuerdo, entre sí y con EE UU, sobre las medidas de fuerza selectivas que puedan modificar la obstinación de los grupos armados serbios de Bosnia.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Es asimismo urgente preparar los efectivos precisos, para aplicar el Plan Vance-Owen en el que las dos fases estarán íntimamente unidas. Se habla de unos 60.000 a 70.000 hombres, y la cifra no parece exagerada. Lo que ese plan supone -prescindiendo del lenguaje diplomático- es establecer en Bosnia una especie: de protectorado internacional en el que la libertad de circulación, el respeto de las libertades y de los derechos humanos y la convivencia entre etnias serán amparados por la presencia de tropas de la ONU. Si éstas no fueran suficientes podría repetirse la insatisfactoria experiencia de los cascos azules que, en zonas de Croacia, están dando cobertura a la prolongación de una dominación serbia excluyente. Por otra parte, no es descartable que los cascos azules, en su misión básicamente pacífica, puedan chocar con puntos de resistencia: deberán estar preparados para adoptar las respuestas pertinentes.

Lo que está en juego es una misión histórica: tratar de recomponer, con ayuda extranjera en la etapa inicial, un mínimo de convivencia civil entre poblaciones que se combaten encarnizadamente. Es legítimo abrigar dudas sobre la viabilidad de tal proyecto a la luz de una trágica experiencia histórica. Pero, en las actuales circunstancias, no se ve otro camino para salir de una guerra que, de prolongarse, se extenderá a otros países y envenenará a todo el continente.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_