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Acoso al 'padre' de los Meninos de Brasil

Vôlmer do Nascimento lleva dos años amenazado de muerte

Vôlmer do Nascimento, el creador del Movimento Nacional de Meninos e Meninas da Rua de Brasil (MNMMR), vive amenazado de muerte, tras retirársele la protección policial desde hace dos años, y sobre él pesan dos condenas -aún no definitivas-: una a siete años por calumnia y difamación contra dos jueces, y otra por simular haber sido secuestrado. El MNMMR trata de luchar contra una realidad social en la que, según sus cifras, sólo en un trimestre fueron asesinados en Río de Janeiro más de 300 menores sin casa.

Denunciar la masacre de niños de la calle perpetrada por escuadrones de la muerte e intentar revelar quiénes financian a los ejecutores ha puesto a Vólmer -que en 1991 recibió para su organización el premio de la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE)- contra las cuerdas.En abril de ese año Vôlmer, tras desaparecer dos días en Río, se presentó en un hospital y dijo haber escapado de unos secuestradores que se disponían a matarle. Según su testimonio, una mujer le instó a acompañarle para defender a un niño de la calle que estaba siendo torturado en una comisaría: de pronto cuatro hombres armados le introdujeron en un coche y le condujeron a una casa indeterminada, de la que logró escapar. Vólmer acusó del secuestro a asociaciones de comerciantes del barrio de la Baixada Fluminense y también a dos jueces que, según su versión, financiaban y encubrían a los escuadrones. Sólo en diez meses de 1991 Vólmer denunció 340 asesinatos de menores; el ministro de Infancia y Adolescen cia le replicó que habían sido 293, "una mejoría respecto a 1990".

Precisamente en 1990 un desconocido había amenazado con una pistola a Volmer, tras denunciar la existencia de un grupo de exterminadores -justicieiros, se autodenominan- en la zona de Duque de Caxias (las investigaciones posteriores le darían la razón). Días después, la Policía Federal le puso una escolta. En abril de 1991 se micio una correspondencia entre ese cuerpo de seguridad y la Policía Militar de Río sobre a quién corresponde la protección a Vólmer y a Tánia Maria Salles Moreira, fiscal ligada al MNMMR. En el laberinto burocrático, Vólmer quedó sin protección el día 24. El 25, a las 11,30 horas, desapareció. A las 15,30 Tánia quedó sin protección policial. Dos días después, Vôlmer relató haber sido secuestrado.

Condenas recurridas

Vôlmer tiene hoy interpuesto recurso contra dos sentencias adversas. El tribunal declaró falsa su denuncia de secuestro, y le condenó a dos años: el primero de trabajo comunitario y el segundo de comparecencia mensual. Vôlmer fue condenado después a siete años en régimen semiabierto por declaraciones en prensa acusatorias contra los jueces Mário dos Santos Paulo y Rubens Medeiros como -cita la sentencia- "los principales responsables del secuestro" e integrantes "de una mafia que manda en la Justicia de Río".Vôlmer negó haber hecho referencia expresa a los jueces, pero la juez Sirley Abréu no lo aceptó y señaló que el acusado no podía "ser considerado como de buenos antecedentes, por su condena en otro proceso". La magistrada rubricó que "los motivos que le llevaron a cometer los delitos son mezquinos, en la medida en que incluso pretende culpar a miembros del Poder Judicial da la situación caótica de los menores abandonados y conocidos como meninos e meninas da rua" [niños de la calle].

Desde entonces Vôlmer pasó a una especie de clandestinidad, tratando de no ofrecer blanco a las balas ni al acoso judicial que cualquier declaración suya podría desencadenar. Cada vez que sale de Brasil invitado por alguna institución extranjera, debe notificarlo.

Pero el Movimento no se rinde. El MNMMR cuenta hoy con más de 20 oficinas en Brasil y unos 3.000 voluntarios. Los fondos principales le llegan de fundaciones religiosas como Misereor, de Alemania, o De Wall, de Holanda, además de colaboraciones de Amnistía Internacional. El objetivo de la organización es concienciar a la clase media brasileña de ese exterminio bajo la alfombra, y que ese sentimiento se traduzca en presiones a los gobernantes.

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