Comedia para niños

Resulta curioso Comprobar que algunas veces la publicidad, tanto de forma directa como indirecta, lanza una película no como lo que en realidad es, sino como lo que el productor, o más bien el distribuidor, quisiera que fuera. Éste es el caso de, por ejemplo, Eternamente joven.Definida por la publicidad como una historia de ficción científica en la que un piloto de pruebas, encarnado por Mel Gibson, es hibernado el 26 de noviembre de 1939 y se descongela casualmente en agosto de 1992 en un mundo desconocido. En realidad, es una película infantil en la que un niño sin padre se encuentra con un simpático desconocido a quien lleva a vivir con su madre y con él.

Esto significa que Eternamente joven es la mezcla de demasiados ingredientes dispersos, pero sólo uno funciona como debería. Como producción de ficción científica carece por completo de interés. El choque con un mundo desconocido no existe. Y la historia de amor que transcurre a lo largo de más de 50 años se pierde literalmente entre los restantes elementos.

Lo que mejor funciona en esta comedia sentimental para niños son las relaciones, que no tardan en establecerse y ocupan la mayor parte de su extensión, entre un niño ansioso por tener un padre, una madre cansada de soledad y un desconocido que no sabe a quién acudir. De manera que lo lógico hubiese sido que la publicidad la lanzara como un producto especialmente indicado para el público infantil.

El jovencísimo y experto Elijah Wood no necesita mucho para convertirse en el verdadero protagonista de esta endeble producción, tanto porque el guión se lo permite como porque el guapo Mel Gibson se encuentra desvalido lejos de la violencia de sus habituales personajes. Entre ambos se mueve una siempre eficaz Jamie Lee Curtis en un papel en el que parece estar encasillándose. Los problemas que presenta Eternamente joven son más achacables al endeble guión de Jeffrey Abrams que a la rutinaria labor de dirección desarrollada por Steve Miner.