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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Aciertos y rarezas de la exposición Duchamp

Victoria Combalia

Abierta al público desde el pasado 3 de abril, la exposición Duchamp es una de las más extrañas retrospectivas que se han hecho del pintor. Extraña en la medida en que parece destinada casi a un público especialista iniciado en la obra duchampiana y deseoso de ver rarezas. La iniciativa es de Pontus Hulten, quien con esta muestra se retira de su labor de comisario de exposiciones en el Palazzo Grassi, pero el grueso del catálogo se debe a Jennifer y Jacques Caumont, especialistas en Duchamp.Como obras, lo primero que sorprende es la presencia de bastantes réplicas de las realizadas por Arturo Schwarz en 1964. Del Gran vidrio, que evidentemente no viaja desde Filadelfia, se muestra la versión que Richard Hamilton hizo para la Tate Gallery de Londres. Filadelfia, con todo, ha prestado muchas obras y, de una forma o de otra, pueden verse todos los ready-mades: la rueda de bicicleta, el urinario, el colgador, A bruit secret, el Air de Paris, Belle haleine, Why not sneeze?, la Roulette de Montecarlo, el George Washington, cuatro versiones diferentes de LHOOO (la imagen de la Mona Lisa manipulada), Coin de chasteté...

Marcel Duchamp

Palazzo Grassi. Venecia. Hasta el 18 de julio.

Con la estrella

Para los especialistas, es la primera vez, por ejemplo, que se ven varias fotografías en las que aparece Duchamp con la estrella, completa (con su cola de cometa) rapada en su cabeza. También es la primera vez (o una de las rarísimas) en que se ven tres ejemplares de 1936 de la Boîte en valise mostrando, cada una de ellas, una obra añadida original (una de ellas es un collage hecho con mechas de pelo y otro es una sugerente mancha abstracta).Es asimismo abrumador el volumen de documentación aquí mostrado: fotos inéditas de su juventud, de su casa en Nueva York, notas, escritos (especialmente relevantes son los documentos concernientes al Etant donnés), etcétera, cuidadosamente dispuestos. Por primera vez también, desde su intervención en el Pompidou, Gae Aulenti ha estado discreta, mostrando las obras y los documentos sobre un fondo blanco impecable y uniforme. Sólo la luz es hiriente, excesiva para los dibujos, y finalmente, tras las quejas, mitigadas.

Tras un interesante, aunque breve, repaso a la fortuna crítica de Duchamp en este siglo a cargo de Pontus Hulten, J. J. Caumont escribe un texto titulado Efemérides sobre Marcel Duchamp y Rose Sélavy. ¡Pásmese el lector porque esta biografía de Duchamp, que contiene tal vez 200 páginas, no va ordenada por años, sino... por días! Pongamos por caso, "20 de julio", explica datos de 1917, 1923, 1924, 1930, 1935, 1942, 1948 y 1960 (!). Con fotos sin pies de foto y páginas sin paginar, comprenderán que se trata de una auténtica locura de historiador, cuya teoría subyacente es la de que Duchamp no puede interpretarse y que, en consecuencia, lo único que el crítico o historiador puede hacer es tan sólo aportar nuevos datos ficticos sobre su vida y obra. Éstos incluyen desde anécdotas del tipo "Marcel Duchamp corteja a una impresionante rubia ruso-americana (...). Man Ray es exquisito y Kiki de Montparnasse es autoritariamente vulgar y grosera" (el 20 de julio de 1923), hasta notas y datos de gran interés.

Por ejemplo, y basta para desmentir su propia teoría antiinterpretativa, releemos una frase del propio Duchamp sobre el libro, hoy ya un clásico, que le escribió Robert Lebel: "La verdadera crítica de arte debe ser participativa y no, como lo es en muchos casos, una simple traducción de lo que es intraducible". Se ha dicho que Caumont ha intentado, sobre todo, sacar a la luz datos inéditos de la vida amorosa de Duchamp, aunque ha tenido que pasar por el natural cedazo de la viuda, Teeny Duchamp.

La energía

También es cierto que, frente a las exageraciones interpretativas que se han escrito en estos últimos años, la locura empirista de Caumot tiene su razón de ser y ejercerá una fascinación evidente entre los especialistas. Sea como fuere, no sé si con esta muestra se cumplirá lo que dijera de Duchamp Guillaume Apollinaire: "Estará seguramente reservado a un artista tan liberado de preocupaciones estéticas y tan preocupado por la energía como Marcel Duchamp el poder reconciliar el Arte y el Pueblo". Reconciliarse, tal vez no, pero que sus 200 ideas aún nutren, y de qué forma, el arte del fin de siglo, no hay quien pueda negarlo.

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