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La obra de Bach cerró la Semana de Música Religiosa de Cuenca

De martes a domingo, Cuenca ha vibrado una vez más con su Semana de Música Religiosa, que alcanza con ésta su 32a edición. Ahora, las expectativas se centran en la inauguración de un nuevo auditorio en la Hoz del Huécar. La situación privilegiada de Cuenca, el aumento de la oferta hotelera y la circunstancia de encontrar en Cuenca la sede de la Joven Orquesta, forman un ramillete de condiciones óptimas para esperar con impaciencia una planificación diferenciada y coherente de conciertos y teatro lírico, tan estimulante para los habitantes locales como atractiva para el turismo culto.La antigua iglesia de San Pablo acogió como en años anteriores los actos de la Semana (esta vez, de seis días). El martes 30 de marzo se estrenó Tenebrae responsoria de Mauricio Sotelo (1961), uno de nuestros compositores jóvenes más interesantes, como atestiguan sus repetidos éxitos en Austria y Alemania. Sotelo dirigió al ala Klangforum Wien y Concentus Vocalis en su propia obra, encargo de la Semana, para lo cual pudo contar en esta ocasión con el cantaor Enrique Morente y el saxofonista Marcus Weiss. El programa se complementó con las Sinfonías 4 y 5 de la compositora rusa Galina UstwolskaJa (1919).En días posteriores se pudieron escuchar en Cuenca obras tan bellas como la Misa de los pobres de Erik Satie, la Misa Nelson de Haydn o el Stabat Mater de Pergolesi. Mención aparte merece la representación del oratorio de juventud de Mozart El deber del primer mandamiento, en la noche del viernes con la orquesta Bruckner de Linz (Austria), en una producción procedente del Festival Internacional de Linz de 1991.

Sábado y domingo se dedicaron íntegramente a Bach: Pasión según San Juan; Cantatas BWV 51, 170 y 82. La Scottish Chamber Orchestra and Chorus fueron dirigidos por Max Pommer (que sustituía a Ros Marbá) e Ivor Bolton. Recordaba en uno de los entreactos Daniel Vega Cernuda, catedrático de contrapunto y fuga del conservatorio de Madrid, una afortunada frase del compositor González Acilu, quien en cierta ocasión afirmó que "después de Bach, todo es cosmética". La emoción renovada, el asombro que produce escuchar una vez más las obras de Bach es tal, que uno se siente como en pocas ocasiones bañado por la luz de la atemporalidad. El gozo de unir la música sublime de Bach con la fusión de naturaleza y arte de Cuenca es una experiencia sencillamente sobrecogedora.

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