Monárquicos
¿Dónde estaban? ¿Dónde estuvieron la mayor parte de los monárquicos durante el, en estos días, tan divulgado exilio del que nunca llegó a ser Juan III? Pues estaban escondidos bajo las faldas del tabardo caqui del general Franco y de vez en cuando asomaban la cabeza para hacer un guiño al pretendiente. El general les garantizaba la casa, el caballo, la pistola y la autoamnistía por un golpe de Estado, una sublevación militar y una escabechina del antagonista soñada desde los tiempos en que se empezó a perseguir erasmistas. Y bajo las faldas del general siguieron hasta sus últimos estertores y aun más allá de sus últimos estertores. Repito que, salvo honrosas excepciones, al eterno pretendiente sólo le dirigían guiños y reverencias cuan do se iban de excursión a Estoril a comprar, entre otras cosas, figuritas de frailes con hábito y falo erecto. Que los he visto yo en hogares monárquicos.Cuando Franco se reunía con don Juan era para hacerse el listillo, el austero y el estrecho. Mientras don Juan bebía whisky, supongo que excelente, el general le daba el ejemplo de tomar sólo refrescos, supongo que gaseosa, y no digo la marca imprescindible porque en aquellos tiempos las gaseosas eran de mercado local y una sana competencia estimulaba que incluso hubiera más de una fábrica de gaseosas en un solo término municipal. El pretendiente bebía para sentirse vivo y el general para conseguir sucederse a sí mismo, de ahí la diferencia entre la vida con alcohol, dentro de un límite, y la vida sin alcohol. Estos días se han prodigado los retratos épicos y éticos del rey sin corona, al que Franco trató de hacer luz de gas a partir de 1948, y los historiadores del régimen -me refiero al actual- no han hablado de la diferencia que siempre ha habido y habrá entre el que bebe whisky y el que bebe sólo gaseosa.