"Si damos marcha atrás, desbaratamos el país", dice el ministro de Cultura cubano
"No vamos a perder las posiciones de principio. Haremos los ajustes necesarios, pero salvando la revolución, la patria y el socialismo. Esto no tiene marcha atrás, porque desbaratamos el país". Armando Hart, de 63 años, ministro de Cultura de Cuba, explica así la trayectoria más reciente del régimen cubano, que ha comenzado a dar tímidos pasos hacia una reforma económica mientras sigue proclamando a los cuatro vientos las mismas consignas ideológicas de hace 30 años. "En Cuba hay más reformas de lo que se dice fuera. La propaganda pretende hacer ver que nos echamos para atrás. Pero la apertura no significa un cambio del sistema social. Nadie habla de la tragedia que viven los antiguos países socialistas. Quieren que caigamos en los mismos disparates. Y eso no lo vamos a consentir".Armando Hart hizo ayer escala en Madrid en un viaje que Je llevará por varios países de Asia. Aprovechó su estancia para reunirse con el ministro de Cultura español, Jordi Solé Tura, y con el secretario de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica, Inocencio Arias. "España y Cuba deben estrechar los vínculos históricos, y eso luego puede tener también incidencias políticas. Las relaciones hispano-cubanas han resistido siempre las mayores pruebas, incluso en los tiempos de Franco".
Sin comentarios
Hart se resiste a comentar la llegada al Gobierno de un nuevo miembro, Roberto Robaina, cuyo nombramiento como ministro de Asuntos Exteriores ha provocado un gran desconcierto, dadas su juventud y su inexperiencia en materia de relaciones externas. "Los cambios en Exteriores siempre dan que hablar", afirmó Hart. "Se trata de un compañero joven, tiene 37 años. Cuba está promoviendo a gente nueva. Nosotros no somos eternos. Pero no voy a hacer ningún análisis".
Robaina reconocía ayer en La Habana que su nombramiento le llegó "de la noche a la mañana" y que al enterarse se puso "un poco nervioso", informa Mauricio Vicent. No obstante, Robaina dijo que asumía el cargo "como un soldado de la revolución", y que se apoyaría en el equipo ya existente en el Ministerio de Relaciones Exteriores. "He sido nombrado canciller de la etapa más difícil de la revolución", añadió.
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