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LOS OSCAR 1993: HOLLYWOOD HONRA AL WESTERN

'Se lo dedico a ...'

La resaca de Al Pacino y la sosería de Clint Eastwood sorprendieron a los periodistas

Al Pacino se había bebido toda el agua que pudo encontrar desde su entrada en el Pavillion -nada más llegar, venía del avión- cuando hizo acto de presencia en la sala de prensa evidenciando toda la insoportable levedad del ser: una resaca de capitán general con mando en plaza. Pacino se había estado dando ánimos por si ésta se convertía en su séptima candidatura sin Oscar, en la que por primera vez se había preparado su discurso de agradecimiento. Y ahora acunaba el Oscar como si fuera un bebé. "Estoy feliz, muy feliz. Me gusta que me lo hayan dado por este papel", respondió a la pregunta de si no hubiera preferido ganarlo por El Padrino II, Serpico o Tarde de perros.

Marisa Tomei, que fue la primera en comparecer, estuvo ingenua y pizpireta, la nueva all american girl, con su trajecito estilo Brooklyn y su escaqueo a la hora de contar su verdadera edad. "Me parece imposible estar aquí, rodeada por todas las estrellas que admiro". Dijo que va a cuidar del Oscar como si fuera Barbie. Y la aplaudieron.Gene Hackman, mejor actor secundario, es igual de contundente -uno de esos genios de la presencia física, del careto- al natural que en pantalla. Dijo que había dedicado el Oscar a su tío muerto recientemente, porque era alguien que le animó a trabajar en el cine, aunque "cuando venía a visitarme a Nueva York, donde yo actuaba; siempre me preguntaba qué otra cosa hacía para ganarme la vida". Y añadió que está muy agradecido a Clint Eastwood, "porque me ofreció un papel maravilloso que sólo tenía tres semanas de rodaje. Y, a mi edad, eso es algo que se tiene muy en cuenta".

Barbara Trent, ganadora del Oscar al mejor largometraje documental, The Panama Decepcion, realizó una declaración denunciando la negativa de la cadena pública CBS a emitirlo; el filme también ha sido prohibido oficialmente por el Gobierno de Guillermo Endara. "Lo verán en España (lo ha comprado Canal+), en el Reino Unido y en Japón. Pero ni los norteamericanos ni los panameños tienen derecho a conocer otra cosa que la versión oficial de la invasión".

Como Gene Hackman, Emma Thopmson arrancó una ovación de los periodistas al surgir de detrás de la cortina azul cuajada de oscaritos blancos que separa las bambalinas de la sala de prensa. Histriónica y segura, interpretó el papel de actriz que responde a preguntas mayormente estúpidas. La primera que recibió era sobre si su marido, el actor y director británico Kenneth Branagh, había influido en su conquista del Oscar. "No es el tipo de cuestión que me gusta que se le plantee a una mujer". Bromeó acerca de lo acartonado que resiltaría el Oscar si lo organizaran los ingleses y se las arregló para llamar a su marido desde uno de los teléfonos: Branagh estaba en Londres, representando Hamlet. Es de suponer que le dio una alegría, pero a lo mejor fue un disgusto, el nuevo genio oficial, el sucesor de Laurence Olivier, estaba propuesto en la sección de cortometrajes, por Swann Song, que no ha recibido la estatuilla. Y ya se sabe cómo algunos maridos llevan estas cosas.

Neil Jordan, director de The crying game, que sólo se llevó el Oscar al mejor guión original -aunque el solo hecho de que su audaz película fuera candidata ya honra a la Academia-, negó estar en contra del montaje de Hollywood.

"Otra cosa es que a mí no me gustara lo que querían hacer conmigo". Antes de realizar este filme, Jordan se proponía abandonar el cine, asqueado por las ofertas que se le hacían. En la actualidad prepara la adaptación de Entrevista con el vampiro, fascinante novela de la escritora sureña Ann Rice.

Clint Eastwood entró en la sala caminando con las piernas arqueadas y un Oscar -mejor dirección y mejor película- en cada mano. Es un hombre de poderosa inexpresión, de hablar pausado y palabras precisas: "Me ha sorprendido que esta película, que está escrita en el 75, interese al público de hoy, pero sin duda se trata de una visión del western que tiene que ver con el mundo que nos rodea, quizá por su rechazo de la violencia. Tal vez por esto me han dado un Oscar, aunque yo creo que he hecho películas igual de buenas anteriormente". "No lo sé", respondió cuando se le preguntó si este premio significa que la Academia va a dedicar mayor interés en adelante al western de lo que ha hecho hasta hoy (sólo las dos versiones de Cimarrón y Bailando con lobos consiguieron la estatuilla anteriormente; un clásico como La diligencia ni siquiera fue candidato).

Satisfecho

Aludiendo al hecho de haber dedicado su Oscar a los críticos cinematográficos, entre otros, Eastwood explicó que, "gracias a ellos, en EE UU, y muy especialmente en Europa, se mantuvo vivo el interés de una película que se estrenó hace meses, y que la Academia podía no haber tenido en cuenta". Se le veía realmente satisfecho. En 39 años de profesión, habiendo actuado en televisión -un medio despreciable para los oscars-, en spaghetti-westerns, habiendo interpretado y dirigido obras de gran interés, sólo había sido invitado a una de estas fiestas en una ocasión: cuando fue llamado a sustituir a Charlton Heston en el último instante, y tuvo que recitar unas absurdas líneas alusivas a Moisés. Entonces decidió que nunca más volvería.Lo ha hecho, y no se arrepiente.

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