El Congreso ruso impone sus condiciones a Yeltsin
El Congreso de los Diputados de Rusia convocó ayer un referéndum el 25 de abril para acorralar al presidente Borís Yeltsin, que se ve abocado así a defender su política en la calle y a fomentar una línea de enfrentamiento de consecuencias imprevisibles. Todos los compromisos entre el Legislativo y el Ejecutivo que surgieron a lo largo de cuatro días de tensas sesiones fueron rechazados por el Congreso, el superparlamento formado por 1.033 diputados, que ayer, poco antes de concluir, aprobó el referéndum con un listón demasiado alto para Yeltsin.
El Congreso hizo suya la pregunta que quería Yeltsin, "¿Confía usted en el presidente?", pero la devaluó, al sumarle tres preguntas más: "¿Aprueba usted la política socioeconómica realizada por el presidente desde l992?", "¿Considera usted necesario realizar elecciones anticipadas a la presidencia?" y "¿Considera usted necesario realizar elecciones anticipadas para diputados populares?".A la hora de decidir sobre el recuento de los votos en el referéndum, el Congreso añadió una dificultad suplementaria de última hora: los resultados de las preguntas se considerarán válidos si obtienen más del 50% del censo electoral, que es la norma contemplada por la ley del referéndum para los temas que exigen cambios constitucionales. Estas reglas fueron aprobadas por 654 votos a favor y 102 en contra, echando por tierra una solución de compromiso sobre el recuento que se había logrado antes.
Esta vez, el mensajero de paz frustrado fue Andréi Golovin, líder de la fracción de centro Smena-Novaia Política, quien había conseguido que los diputados dividieran las preguntas en dos grupos. Por una parte, las cuestiones sobre la confianza en el presidente y su política como un bloque indefinido y sin consecuencias legales, y, por otra, las preguntas sobre elecciones anticipadas como un bloque que requería el 50% del censo electoral, al tener una repercusión directa sobre la Constitución, que debe ser reformada para incluir la posibilidad de comicios anticipados.
Yeltsin, que arrastró tras sí a un 56% de los votos emitidos en 1991 cuando fue elegido presidente de Rusia, difícilmente puede aceptar un criterio de recuento que le condena al fracaso. En estas condiciones, los partidarios del presidente opinaban ayer que éste rechazará el referéndum del Congreso para celebrar su propio plebiscito.
El Congreso rechazó ayer las propuestas del representante presidencial, Serguéi Shajrai, que trató de influir en el sistema de recuento y también de introducir un punto sobre la Constitución y el voto de confianza.
Muchos fueron los diputados que exteriorizaron ayer su miedo a elecciones anticipadas. Unos insistían en dejar el tema a la discreción del Sóviet Supremo, lo que es un procedimiento alarmantemente largo en la situación actual, ya que el Parlamento permanente debe considerar primero si procede aceptar las elecciones anticipadas para después introducir enmiendas a la Constitución y remitirlas al Congreso para que las apruebe.
Además, el superparlamento aprobó una disposición en la que condena el mitin celebrado el día anterior por los partidarios del presidente junto a las murallas del Kremlin. El ministro del Interior, Victor Yerin, y el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, tuvieron que dar explicaciones sobre el mantenimiento del orden público a los diputados, que acusaban a los participantes del mitin a favor del presidente de estar drogados y bebidos.
En un comunicado que parecía un parte de guerra, Viacheslav Kóstikov, el secretario del presidente, dijo que "el Congreso empuja conscientemente al presidente y a la población del país a acciones de protesta civil". Kóstikov calificó al Congreso de "inquisición comunista vengadora" e institución transgresora de "todas las medidas pensables e impensables de la moral humana", "dispuesta a quemarlo todo alrededor para poder restablecer su dominio totalitario".
Con su disposición final, el Congreso trató de reducir a la nada todos los poderes del presidente, que había salvado por muy poco la moción de censura la noche anterior en una votación donde algunos radicales partidarios del presidente habían votado a favor de la destitución para "hacer explotar" la crisis.
Tras acusar a Yeltsin de transgredir la Constitución, el Congreso congeló los últimos decretos del presidente, suprimió a los "representantes presidenciales" en provincias, subordinó al Gobierno todas las estructuras presidenciales e insistió en echar a los allegados a Yeltsin.
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