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DESAFÍO EN EL KREMLIN

Yeltsin y Jasbulátov salvan con apuros el juicio del Parlamento

Pilar Bonet

La profunda crisis política que sufre Rusia dio ayer otro inesperado vuelco, esta vez un doble salto mortal. Primero, con la decisión del Congreso de los Diputados de votar no sólo la destitución del presidente, Borís Yeltsin, sino también la del jefe del Parlamento, Ruslán Jasbulátov, y luego, con la de mantener a ambos, aunque por escaso margen de votos, lo que no acaba con la crisis, la lucha por el poder y la incertidumbre.

La doble votación se produjo como una reacción de los parlamentarios al acuerdo alcanzado ayer mismo por los dos políticos que hasta entonces se hacían la guerra. Votaron a favor de la destitución de Yeltsin 617 diputados -72 menos de la mayoría de dos tercios necesaria (689)-, y 268, en contra. En cuanto a Jasbulátov, para cuyo cese sólo se requería mayoría simple (517), sufrió el rechazo de 339 diputados.

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Un pacto pulverizado

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El conflicto entre el Gobierno y el Congreso de los Diputados se recrudece y se extiende a la calle

El compromiso, que tantos sudores había costado, había sido presentado en la mañana nada menos que por el mismo Jasbulátov en compañía del presidente y el Gobierno y, además, contaba con el aval de los representantes territoriales de la Federación Rusa y varias fracciones parlamentarias. El trato parecía razonable, pero fue pulverizado en pocos minutos, cuando los diputados lo rechazaron acaloradamente por 687 votos contra 130.Las objeciones de los padres de la patria eran de distinta índole. Unos se sentían ofendidos por las garantías de conservarles el sueldo y el rango hasta que expirase su mandato. Otros alegaban que sus electores no iban a comprenderles si aprobaban el pacto.

Los partidarios del presidente insistían en que ya no se podía retroceder en la campaña del referéndum sin perder la cara y la oposición a ultranza creía ver aumentadas sus oportunidades para cesar a Yeltsin, después de que interviniera la víspera, tambaleante y congestionado.

El Congreso acogió como una provocación el compromiso entre Yeltsin y Jasbulátov. VIadímir Isákov, uno de los líderes de Unidad Rusa, volvió a plantear el cese de Yeltsin y propuso, además, que se votara la reelección del jefe del Parlamento. Una vez puesta en marcha la maquinaria de las votaciones, algunas de las fracciones parlamentarias comenzaron a retroceder, pese a que sus representantes habían pedido la cabeza de Jasbulátov. Esta tendencia se confirmó en la votación, de cuyos resultados el mismo Jasbulátov dijo estar sorprendido.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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