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LAS VENTAS

Un espontáneo inoportunísimo

Los espontáneos son siempre nefastos e inoportunos, pero en ocasiones como la de ayer merecen con especial saña este segundo calificativo. El individuo en cuestión, con toda la pinta de ir ajumerado, saltó por el tendido uno en plena faena de muleta de Juan Carlos García al cuarto, cuando éste alboreaba el mejor, y único, toreo« enjundioso de la tarde. Por fortuna, dada la melopea de este protagonista imprevisto, sólo le dio tiempo a desenfundarse la roja chaqueta y citar al astifino bicorne; eso sí, detrás del coletudo. Con loable rapidez, la cuadrilla se lo llevó a pescozones y casi hocicando la arena.Suerte tuvo también el cotarro, pues tras tan sorpresiva aparición, García continuó sus cadenciosos redondos abrochados siempre por Finos y largos pases de pecho. Es un diestro pinturero y de buen corte, lo que ya alumbró con las verónicas de recibo a sus dos enemigos y en un quite al sexto, y se adorna con un cañón. El que posee en su mano derecha para, tras encunarse, tumbar a los toros, de soberbios estoconazos. La sensación que produjeron, dado lo inhabitual de tan noticiable suceso en esta época de especialistas en el rincón umbrío, le llevó a mejorar un balance que sin ellos no habría destacado tanto.

Pasquau / García, Millonario, Romerito

Cinco novillos de Jiménez Pasquau (uno fue rechazado en el reconocimiento), con trapío, manejables y nobles. 2º, sobrero de Veiga Teixeira (en sustitución de uno de Alipio Pérez Tabernero devuelto por cojo), bien presentado y manso.Juan Carlos García: estocada (vuelta con protestas); estocada (oreja con protestas). El Millonario: metisaca (silencio); pinchazo sin soltar y estocada tendida (vuelta con protestas). Romerito: estocada perpendicular caída (silencio); estocada desprendida (silencio). El subalterno Joselito Calderón resultó cogido por el sexto novillo. Sufre una herida de 10 centímetros en el muslo derecho y contusión dorsal, de pronóstico reservado. Plaza de Las Ventas, 19 de marzo. Un tercio de entrada.

Sello de valiente

El sello de El Millonario es el de valiente y enrabietado novillero, algo de lo que tan ayuna está la fiesta. Con agallas se fajó en dura pendencia con el manso de Veiga Teixeira. Nunca se le apocó el ánimo y, pese a que con sus defectos de colocación, desaprovechó en parte al quinto, se ganó el respeto unánime de la concurrencia- hasta que se le ocurrió dar la vuelta al ruedo.Romerito careció de sello y su actuación rayó por debajo de lo que podía esperarse de quien encabezó el escalafón novilleril en 1992, y también lo lidera en lo que va de campaña. Sus labores fueron incoloras, inodoras e insípidas frente a dos novillos manejables, aunque de embestida algo corta. Por esta razón, el sexto atrapó al rey de los quites, Joselito Calderón, aunque la espectacularidad del percance, con fea voltereta incluida, no se correspondió con su gravedad y el buen subalterno se marchó a su casa desde la enfermería.

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