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La falta de oxígeno no causa el daño

Milagros Pérez Oliva

Joseph Volpe, profesor de Neurología de la Harvard Medical School de Boston (Estados Unidos), mostró durante las jornadas sobre pediatría celebradas en Barcelona sus últimas investigaciones sobre las dos formas de lesión cerebral más frecuentes en el niño prematuro: el infarto hemorrágico periventricular y la leucomalasia periventricular, que causan parálisis de todas las extremidades y discapacidad intelectiva.Volpe explicó que el 80% de las secuelas del infarto periventricular se debe al daño originado por la hemorragia subsiguiente, y éste es un hallazgo importante porque indica que una rápida intervención médica puede evitar la hemorragia y, en consecuencia, la severidad de la lesión.

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Pero este tipo de lesiones cerebrales no están ocasionadas, como se creía, por una falta de oxigenación del cerebro, de acuerdo con, las últimas investigaciones de Joseph Volpe: "Todavía no conocemos bien la patogénesis, pero parece que se produce algún trastorno en la autorregulación de la presión arterial y el flujo sanguíneo".

Volpe se mostró muy apasionado con su hallazgo: "Algo sucede con la sustancia blanca del niño prematuro que la hace tan vulnerable. La tomografía de emisión de positrones nos ha permitido descubrir que la sustancia blanca del bebé utiliza muy poco oxígeno. De hecho, el cerebro del bebé prematuro puede vivir con una proporción de oxígeno tres veces inferior a aquella en que el cerebro del adulto ya estaría muerto".

Flujo sanguíneo

"Por tanto", concluyó el profesor norteamericano, "hemos de replantearnos la idea de que la causa de la lesión sea la falta de oxígeno, porque creo que se debe a un fallo de la regulación del flujo sanguíneo después de nacer, y eso nos permite planteamos una posible intervención sobre la presión cerebral".La importancia de las secuelas a largo plazo dependerán de la intervención médica inicial, pero también de los estímulos posteriores. "Es sorprendente la capacidad de recuperación cerebral, pero debe ser estimulada adecuadamente. El cerebro tiene una plasticidad evidente, y es posible compensar las deficiencias en ciertas áreas. con la estimulación de otras próximas", añadió Volpe.

"En experimentación animal tenemos evidencias de que se puede aumentar la plasticidad cerebral con ciertos estímulos exteriores, pero hay que investigar mucho todavía sobre esta cuestión. Lo que sí sabemos es que en los niños con deficiencias, la estimulación precoz puede optimizar la capacidad de plasticidad del cerebro. Como también la estimula una buena interacción psicológica del niño con las personas que le cuidan", concluyó.

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