_
_
_
_
_

Permanente búsqueda

¿Se puede ir por libre, tanto en la vida como en la literatura, en una sociedad compartimentada en clichés, cuarteada en tribus, clasificada y etiquetada? ¿Se puede sobrevivir al margen de la rueda de las modas? ¿Se puede ejercitar la libertad literaria, y del espíritu, yendo de un lado a otro, de la poesía al periodismo, del ensayo a la novela, del teatro a los guiones radiofónicos, sin menospreciar ningún género? ¿Se puede ser agnóstico y religioso a la vez, creer en las ideologías y ser escéptico ante ellas? ¿Se puede luchar denodadamente contra una enfermedad aniquiladora y aceptar sin rabia el inexorable final? José Antonio Gabriel y Galán, pudo. En realidad, su vida y su obra son un constante pendular indagatorio de las posibilidades expresivas que ofrece la escritura, sin desdeñar ni una sola de sus manifestaciones, al tiempo que una permanente búsqueda, por un lado de lo absoluto y por otro de esa oculta realidad que se esconde detrás del brusco final de un delincuente juvenil o de las andanzas de un antiguo militante comunista que busca en el juego la imposible respuesta a los interrogantes que plantea el simple oficio de vivir.

Más información
Muere Gabriel y Galán en su cénit creativo
El novelista de la transición

Austero y preciso

Su obra literaria no es excesivamente extensa. No hay en ella más unidad de estilo que un lenguaje medido, casi siempre austero y preciso, con gran respeto al significado de las palabras, sin sometimientos a escuelas, modas literarias o concesiones a los gustos imperantes o impuestos. Algunos podrían considerarle como un continuador de la generación realista. Otros le situarán, a pesar de la diferencia de edad, colateralmente dentro de la generación de los cincuenta.

Sin embargo, ese encuadramiento u otros que igualmente podrían hacerse, resultan forzados, porque si algo caracteriza precisamente a Gabriel y Galán es su deliberada huida de corrientes y emplazamientos generacionales. Aunque, por supuesto, participe y tenga muchas cosas en común con todos ellos. También literariamente, por supuesto.

Solo, aunque nunca solitario (su concepto de la anústad estaba por encima de cualquier otra cosa, literatura incluída), indagador en las profundas simas en las que puede sumergirse el ser humano, nunca espectador ni de la vida ni de la historia, cosmopolita en sus aficiones y gustos culturales pero enraizado en su tierra extremeña, excelente articulista y agudo crítico, José Antonio Gabriel y Galán será siempre uno de esos escritores, no hay muchos, y una de esas personas, todavía menos, que escapándose para no ser clasificados tendrá siempre entre sus lectores y amigos ese puesto de honor que algunos jurados y autores de antologías le negaron tantas veces. De todas maneras no hay que lamentarse: él lo prefirió así.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_