Educación inferior

Soy estudiante, y desde pequeño siempre he vislumbrado el que parecía un recto y claro camino hacia una formación superior que haría de mí un buen profesional y una persona de provecho. No obstante ese camino tan claramente marcado, los años me han enseñado que están llenos de frondosos obstáculos que existen a pesar del esfuerzo de la Administración por ofrecer una educación igualitaria a toda la población.El alumnado que llega a la Universidad impresionado y deseoso de adquirir conocimientos se encuentra con una Universidad en la que poco a poco se va convirtiendo, por un extraño proceso, en otro alumnado cada vez más pasivo, pesimista y desmotivado. Los resultados de tal hecho parecen claros y tremendamente nocivos: la sociedad española obtiene un cada vez mayor número de titulados, pero también es verdad que con una preparación real para ejercer su profesión cada vez peor, hecho que si lo unimos a la tremenda competencia que el mercado único provocará, hará que los augurios sean peor que pesimistas.

Nuestros Gobiernos han logrado en las últimas dos décadas universalizar una educación primaria y secundaria; sin embargo, su asignatura pendiente sigue siendo una Universidad poco prestigiosa fuera de nuestras fronteras, masificada y con un profesorado que en la mayoría de las ocasiones guarda los peores defectos del funcionariado (absentismo y pasividad) y que nota la ausencia de grandes profesionales que, tentados por el sector privado, abandonan brillantes carreras como docentes por un futuro asegurado. Por último, el gran fracaso de la Universidad española se produce en su supuesta tarea como formadora del individuo, como centro de cultura. El universitario medio español es una persona de escasa lectura y vocabulario, con dificultades para expresar sus ideas y opiniones y con inquietudes sociales y políticas casi nulas.

Por todo lo expresado (y desde mi posición como alumno) pido o ruego una inmediata reforma en la educación superior por el bien de nuestro futuro a medio y largo plazo.