Major tendrá que pagar a los nacionalistas pese a su inútil apoyo a Maastricht
La derrota parlamentaria del lunes pesará sobre el Gobierno británico e indirectamente tendrá consecuencias históricas para el Reino Unido. El primer ministro, John Major, intentó minimizar los efectos: se trata, dice, tan sólo de "un problema menor en una cuestión menor". Pero no sería tan baladí cuando en un intento por ganar la votación, pactó con los nacionalistas escoceses (SNP, tres diputados) y los cuatro galeses un primer paso hacia la autonomía, a cambio de sus votos. Major perdió, pero el pacto debe cumplirlo.
lan Lang, ministro para Escocia, ya ha empezado a saldar la deuda: ayer argumentó ante el Parlamento que el Gobierno desea "refórzar la Unión" con medidas descentralizadoras. Estas medidas, con las que se compraron los tres votos del SNP escocés y los cuatro del Plaid Cymru galés, empezarán a aplicarse inmediatamente en Escocia. Consisten básicamente en un refuerzo de la comisión parlamentaria para asuntos escoceses en Westminster, una ampliación de la autonomía en política industrial, un incremento de los cuerpos administrativos basados en Escocia y otras concesiones menores en cuanto a autonomía de los aeropuertos.Los siete votos nacionalistas no fueron, sin embargo, suficientes para contrarrestar la grave rebelión anti-Maastricht en las filas conservadoras. El resultado final, de 314 votos a favor de la enmienda de la oposición frente a 292 en contra, demostró que una treintena de tories se negaron a acatar la disciplina de voto, y supuso un grave revés político para Major (que durante el fin de semana hizo un llamamiento a la unidad en su partido) y un paso atrás en la ratificación del tratado para la Unión Europea.
La enmienda retrasara en aproximadamente un mes, quizá más, los ya muy lentos trámites parlamentarios. Además, ha agravado el enfrentamiento dentro del Partido Conservador. Terry Dicks, un diputado leal a Major que fue a votar en ambulancia, recién operado de próstata, llamó "bastardos" a los rebeldes. Estos, a su vez, anunciaron que su lucha contra Maastricht continuaría y que el Gobierno de John Major "tendrá en el futuro más problemas como el del lunes" si no accede a sus exigencias y convoca un referéndum.
Por más que Major quisiera minimizar las consecuencias de la derrota, su crispación era evidente al comparecer ayer ante el Parlamento. Y, en el turno de preguntas, dejó de simular que el retraso fuera "un problema menor", acusando a la oposición laborista de "alargar el proceso de ratificación y, con ello, disminuir nuestra influencia en Europa, atemorizar a los inversores extranjeros respecto a nuestra relación con la Comunidad y poner en dificultades la recuperación económica en el Reino Unido".
El líder laborista le contestó que era el propio John Major quien "sin ningún motivo, aplazó la ratificación británica hasta después del referéndum danés" y dijo que el primer ministro "no ha sido apuñalado por la espalda [por los euroescépticos] como cree, sino que él mismo se ha disparado en el pie" por no aceptar desde el principio la enmienda sobre los delegados británicos en el Eurocomité de Regiones.
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