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Franco, Gilda y una partida de mus

Regueiro rueda su visión esperpéntica de la España de posguerra

Guillermo Altares

Dicen que el ajedrez se inventó para sustituir a la guerra. El ajedrez español -el mus- reúne en un café todos los primeros viernes de mes -los largos meses de la España de los años cuarenta- a un grupo de viejos compañeros de la campaña de Marruecos: Francisco Franco (Juan Echanove), un general legionario de aspecto físico parecido a Millán Astray (Juan Luis Galiardo), Longinos (José Sacristán), viejo amigo y asistente del caudillo, y Huevines (Antonio Garnero), páter del regimiento de regulares. Todos guardan oscuros secretos, que poco a poco irán surgiendo a la superficie desatados por la presencia en Madrid de una encarnación de Gilda.

Con un presupuesto de 300 millones de pesetas, el director Francisco Regueiro está terminando en Madrid el rodaje de Madregilda, un filme de mus e intriga, en el que un niño que corretea por las paupérrimas calles del Madrid de la posguerra encuentra a su madre reflejada en Gilda, cuando consigue colarse para ver la que fue una vez la última sensación del cine norteamericano.Tras siete semanas de rodaje, descrito por el productor español de la película, Gerardo Herrero, como "agotador", Madregilda llega a su recta final: las últimas secuencias se terminarán el 6 de marzo.

"Un día tuve un sueño; más que un sueño fue una alucinación. Me levanté y me encontré a Franco comiéndose el arroz con leche que tenía guardado en mi nevera. Cuando me vio, se cuadró ante mí. Esa imagen, que llevaba varios años dando vueltas en mi cabeza, se encuentra en el origen de la película", asegura Francisco Regueiro, coautor del guión junto a Ángel Fernández-Santos, con el que ha escrito sus dos últimos filmes: Padre nuestro y Diario de invierno. "Es como un cuento de Dickens. Han tenido que pasar los suficientes años para ver al padre malvado de una forma más humana. La iconografía cultural española, Velázquez, Goya, ha producido sus grandes imágenes de dictadores. Yo, dentro de mis posibilidades, también quiero llegar a reflejar a un dictador determinado, pero sin venganzas. Lo importante en el cine es divertir al personal", añade.

Reconstrucción alegórica

Todos los intérpretes coinciden en que la película tiene mucho de esperpento. Madregilda es una reconstrucción alegórica no sólo de la figura de Franco, sino de la sociedad que creó aquella dictadura."Es un mundo que me remite a Valle-Inclán. Como el resto de la película, Franco y Millán Astray son recreaciones un poco esperpénticas, que no tiene por qué corresponderse con la realidad", asegura José Sacristán.

Opiniones con las que coincide Juan Echanove, al que le ha tocado la papeleta de interpretar a Franco. "No es una película sobre Franco, es una historia valleinclanesca, dotada de una gran carga de sentido del humor", señala. La recreación de Franco le ha costado un enorme trabajo. "Es un perfil psicológico lleno de miedos, temores, dudas, complejos", señala.

Los verdaderos protagonistas de la película son Longinos, el fiel asistente del dictador, y su hijo, Manuel. Detrás del mus, de las intrigas políticas, de Gilda, de los niños, se encuentra una visión delirante de aquella España de los años cuarenta.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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