El escritor israelí David Grossman describe la inmensidad del holocausto
El autor publica en España 'Véase: amor', una visión de la 'shoah'
El escritor israelí David Grossman (Jerusalén, 1954) ha pasado por Madrid para presentar su novela Véase: amor (Tusquets), una visión literaria absolutamente personal "de la inmensidad de la shoah [el holocausto] que constituye su segundo libro aparecido en nuestro país. El primero, El viento amarillo, un reportaje sobre la situación de los árabes en los territorios ocupados, fue publicado en 1988 por EL PAÍS-Aguilar.
Además de estas obras, Grossman es autor de otras dos novelas, La sonrisa del cordero (1983) y El libro de la gramática interior (1991) y de un libro de conversaciones con palestinos en Israel, cuyo título inglés es Sleeping on a wire (Durmiendo sobre un alambre) (1992)."Escribí Véase: amor porque no podía entender mi vida ahora en Israel, en esta tierra, como ser humano, como israelí, como judío, como padre, como escritor y como hombre, sin ponerme a mí mismo allí, en ese loco laboratorio de la shoah", dice Grossman cuando se le pregunta por las motivaciones que le empujaron a escribir su novela. Véase: amor es una extensa y compleja obra en la que, mediante cuatro capítulos que funcionan a la manera de un rompecabezas, se trata de dar una lectura inédita del holocausto: la visión de un niño, Momik; una digresión lírica sobre la desaparición del escritor Bruno Schulz; la historia de Wasserman, el abuelo de Mornik; y, finalmente, una enciclopedia sobre la vida de uno de los personajes creados por el propio Wasserman.
"Mi interés era abordar el tema de un modo que hasta entonces nadie había intentado para describir la inmensidad de la shoah. Y, sobre todo, no quería hacer un libro sobre la muerte, pensaba que el asesinato de masas sólo se puede dar en un mundo en el que no hay intimidad. Evidentemente, se me reprochó que escribiera sobre algo que no conocía directamente, pero sabía que para dar sentido a mi vida tenía que acabar con los silencios, secretos y tabúes que forman parte de la sociedad israelí".
La compleja estructura del libro fue un reto más para Grossman. "Escribí el libro en un año y medio de escritura intensa y completa dedicación. Contra lo que pueda parecer, no necesité excesiva documentación". Uno de los principales logros de Véase: amor es el de intentar dar cabida a la voz del otro, en este caso la del nazi. "Traté de vivir la shoah desde los dos puntos de vista, el de víctima y el de asesino. Fue una experiencia dificil conseguir entender cómo una persona normal puede convertirse en un asesino de masas". En cuanto al capítulo dedicado a Bruno Schulz, Grossman reivindica, "el poder de la creatividad y la imaginación de Schulz como contraste a la rigidez del pensa miento nazi. Responde, para mí, a la cuestión de cómo hubiera podido vivir un escritor como yo en la shoah".
La obra fue motivo de controversias en su país, pero tuvo una excelente acogida de crítica y de público. Ya ha vendido más de 75.000 ejemplares y ha sido traducida a numerosas lenguas. Respecto a los escritores de su país, Grossman confiesa que es prácticamente el único representante de su generación. "Por supuesto, me interesan escritores como Shabtai, Appelfeld, Kenaz o Amos Oz, pero o han desaparecido ya o son bastante mayores que yo. Tal vez el autor actual que más me interesa es A. B. Ychoshua".
Ante la pregunta de si la política está siempre presente en la obra de los escritores israelíes, Grossman responde lacónicamente: "La influencia de los escritores no es tan grande como ellos mismos quieren pensar. Aunque es cierto que en nuestro país se da una gran importancia a todo lo escrito".
Pese a considerar como un gravísimo error las deportaciones de palestinos, Grossman está esperanzado sobre el proceso de paz. "Este Gobierno quiere la paz y estoy convencido de que se llegará a ella bastante antes de lo que muchos piensan. Se habla de 10 o 15 años, pero yo creo que dentro de unos tres la situación habrá mejorado considerablemente".
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