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Reportaje:

Guapas embajadas

Asuntos Exteriores desarrolla un programa de unas 80 intervenciones en todo el mundo

lo largo de los últimos 10 años, la diplomacia española ha tratado de mejorar su cara arquitectónica. Unas veces ha sido mero peeling, mediante restauraciones y conservación de antiguos edificios, pero otras se ha concretado en injertos, implantes e intervenciones; levantamientos de nuevas construcciones, compra de solares, aseo de los entornos y cañerías. De una parte, la demanda estética, y de otra la seguridad, han guiado el trabajo de 30 arquitectos españoles, escogidos en gran parte por votación profesional entre los de más nombre. Saénz de Oíza, Moneo, Junquera y Pérez Pita, Cano Lasso, Fernández Alba, Campo Baeza, A. de la Sota, G. Ruiz Cabrero o Cruz/ Ortiz se encuentran entre la pléyade de profesionales que han ideado o acicalado nuevos soportes para la bandera española.Consulados, cancillerías, embajadas, residencias liara el embajador y sus subordinados han empezado a estrenarse desde Islamabad hasta Washington, pasando por Ankara, Atenas, Viena, Venecia, París, Estocolmo, Lisboa, Argel o Londres, además de Santiago de Chile, México o La Paz, galardonada esta cancillería -obra de Bañón y Mereiro- con el premio al mejor edificio administrativo de Bolivia.

Actualmente, 10 años después de que el ministro Fernando Morán pusiera la operación en marcha, existen 12 obras finalizadas, cinco más que concluirán este ano y otros 11 proyectos a la espera. Las circunstancias políticas de cada país y sus particulares ordenanzas han generado unas veces retrasos, otras disputas y, como en el caso de Bruselas, donde el valor final duplicó al valor de compra, sustanciosas ganancias potenciales.

Columnas árabes

El caso de Bruselas fue peculiar desde su inicio. El ministerio adquirió un solar para la cancillería con el proyecto incorporado, según una modalidad inmobiliaria al uso. La tarea de Oíza era adaptar ese proyecto de oficinas a las necesidades consulares pero la modificación, a la postre, recayó sobre la composición exterior, donde la aportación más llamativa radica en la portada de la Rue Regent, con un gran dintel y dos columnas lujuriosas Cuenta Oíza que, en un principio, se pensó encargar estas columnas a un escultor, pero que luego las tomó a su cargo. Son columnas robustas de un sensual mármol blanco sosteniendo capiteles de fundición de bronce Su diseño, que el arquitecto califica de "no muy ortodoxo", mezcla formas de la cultura árabe y romana, y evocan, según su autor, a las que bordean el patio de los Naranjos del Alcázar sevillano. La obra, iniciada un año antes de la entrada de España en la CE, culminó en 1988, vísperas de la presidencia comunitaria española, con un coste total de 1.900 millones de pesetas. En sus visitas, Sáenz de Oíza hablaba tanto de la Divina Proporción y otros conceptos canónicos que sus colaboradores belgas acabaron designándolo como "el Maestro".Más alto de presupuesto y más puro, según su voluntad de estilo, es la nueva cancillería de París de Alejandro de la Sota (de 70 años, autor de los recientes juzgados de Zaragoza y del mítico gimnasio del colegio Maravillas en Madrid). En París se ha efectuado también la ampliación del consulado (de Franco y Palao), aparte de la cancillería ubicada en la suntuosa avenida de George V, y donde el ministerio poseía, aparte de un palacete del siglo XVIII como embajada, un amplio solar utilizado hasta entonces como parque-jardín. La solución para respetar la imagen del parque fue construir hacia el interior del recinto, lo que, tras algunas pugnas, autorizaron las autoridades francesas. La obra finalizó el año pasado y en conjunto París costó 2.400 millones de pesetas.

Cano Lasso, de 73 años, autor del Pabellón de España en la Expo, fue el señalado para la cancillería de Londres, que se inaugurará este año. Acariciaba Cano Lasso la idea de colocar chapa en las fachadas, pero la ocurrencia fue rechazada por medidas de seguridad: según los expertos, no habría resistido a una ráfaga de ametralladora. Una bomba la habría echado abajo. Cambió después aquel material, en el proyecto, por un cristal gris verdoso con efectos cambiantes de noche y de día que agradó al asesor del municipio londinense, Shervan Cantacucino, antiguo conocido suyo; pero, con todo, hubo de desechar también el cristal y construir en piedra según el imperativo del Grosvenor State (duque de Westminster), sobre cuyo solar se levanta el edificio, en régimen de leasing a 100 años.

Paisaje delicado

El resultado se ha concretado en un edificio neoclásico convencional acorde con el entorno y las severas exigencias británicas. La conocida tesis del príncipe de Gales, acérrimo enemigo de incrustar la modernidad en ámbitos históricos ha predominado, y hasta Cano Lasso admitía después no conocer, en ese barrio, ningún intento de arquitectura nueva que no haya fracasado.El escrupuloso respeto a la arquitectura local de Antonio Fernández Alba (de 65 años, autor del convento de El Rollo, tanatorio de Madrid, restauración del Reina Sofía) y de su hermano Ángel (de 49 años) para las cancillerías de Helsinki y Estocolmo no han sufrido estos problemas, pese a instalarse en un paisaje delicado tanto por su valioso arbolado como por su visualidad notoria desde la bahía, en el caso de Finlandia. Antonio Fernández Alba fue seleccionado para las obras nórdicas a partir, sin duda, de la pasión que ha manifestado siempre por la arquitectura y los maestros de la zona. La distribución de las ventanas, la forma de la cubierta y su material de bronce tratan lealmente la tradición doméstica. Algo semejante en intención, aunque repitiendo su fórmula teórica de "blancas cabañas públicas", es lo que Campo Baeza (de 47 años, casa de Turégano, colegio público en Cádiz) ha aplicado para las cuatro viviendas de funcionarios en la Embajada de España en Argel, blancas, limpias y con materiales locales y en medio de terreno empinado con vegetación espesa. Para los dos casos no existieron enredos urbanos, tal como sucedía en el corazón de París, en Londres con el palacio de Buckingham a 600 metros, en Atenas (donde la nueva cancillería se enfrenta al Partenón) o en el Lido de Venecia, junto a pabellones de la primera Bienal. En general, con estilos dispares, sumando rehabilitaciones, restauraciones y nuevas plantas, los profesionales españoles han acabado adaptándose al contexto y expresando, sólo con matices, los modos de la nueva arquitectura española. Resta sin construir, entre otros proyectos, la residencia para el embajador en Washington de Rafael Moneo, la ampliación de la embajada en Viena de Junquera-Pérez Pita, y tanto la residencia de embajada como la cancillería de Bonn del estudio de Oriol Bohigas y de Peña Ganchegui, respectivamente, aplazadas por el traslado de la capital a Berlín tras la unificación alemana.

En conjunto, a las tres decenas de proyectos interpretados por españoles hay que sumar unos quince más que se encargaron, por razón de fluidez en los trámites, a arquitectos locales, fuera de Moscú, como en Guatemala, en El Salvador o en Ciudad del Cabo. La vasta operación funcional y estética, que sigue en marcha hasta acercarse a las 80 intervenciones, se justifica desde el ministerio tanto por la mayor actividad española en el extranjero como por el largo caos en que se encontraba ese patrimonio, con alquileres elevados, pobres medidas de seguridad, plantas insuficientes y un crónico abandono en la conservación de edificios e instalaciones. Una exposición que tendrá lugar antes del verano en Madrid dará cuenta del estado de las obras y el futuro del ambicioso plan que inició el socialismo de Fernando Morán y Dios sabe qué otro partido y otro responsable le dará remate.

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