Eastwood, Einstein y Papá Noel
Clint Eastwood, en un gesto característico, desenfunda las pistolas; a su derecha, Einstein sonríe al tiempo que mantiene el equilibrio, con dificultad, sobre una bicicleta. Enfrente, Papá Noel y otros dibujos infantiles recuerdan la Navidad. "Son de mis hijos [dos chicos de 21 y 18 años], como siempre he trabajado nos veíamos por la noche; no teníamos cantidad, pero sí una cierta calidad. Y me gusta tener a mis hijos cerca", explica Jocelyne Leal. Entre carteles y dibujos -recorriendo las paredes, el borde de la ventana, ocultando el flexo-, cientos de notas; y, por todas partes -en el suelo, sobre mesas y sillas-, montones de carpetas, resúmenes de investigaciones, propuestas de trabajo. Es obvio que Jocelyne Leal ha pasado muchos años y muchas horas en este despacho, y, a pesar del aparente desorden, su trabajo ha sido fructífero y reconocido a nivel internacional.Las primeras sospechas sobre los efectos electromagnéticos en el organismo empezaron en 1965, cuando Veneciano demostró la sensibilidad de los embriones de pollo ante ciertos campos electromagnéticos de intensidades muy bajas. Tras esto, una de las principales aportaciones en la corta historia del bioelectromagnetismo fue el descubrimiento, en 1983, por parte del equipo de Jocelyne Leal, de que la aplicación de campos magnéticos de muy baja frecuencia e intensidad producía malformaciones en embriones tempranos de pollo.
Su trabajo se caracteriza por la constancia y meticulosidad. En los laboratorios, situados a ambos lados del despacho, los aparatos aparecen dispuestos de manera en apariencia caprichosa; pero nada es superfluo -"están orientados -en relación con el campo magnético terrestre y separados un mínimo de tres metros", dice Jocelyne-, ni siquiera los letreros pegados a ambos lados de la puertas con una clara advertencia: "No dar portazos". ¿El motivo?: se pueden alterar las mediciones.
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