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EL CRIMEN DE ALCÀSSER

Uno de los presuntos asesinos escapó de prisión hace diez meses aprovechando un permiso judicial

"Si mi hijo Miguel ha hecho lo que dicen, que lo pague. Si aquí hubiera pena de muerte, la gente se lo pensaría dos veces. Soy su padre, pero si él es culpable de esa salvajada, merece la horca", declaraba ayer Miguel Ricart, un jubilado educado, cabizbajo y hundido. "A mi Antonio le gustan mucho las mujeres, pero es incapaz de hacer daño. Si él o mi otro hijo Enrique han matado a las chicas, merecen que paguen por eso", razonaba la brasileña Neusa, la madre de los Anglés. Antonio, tras cuyos pasos está toda la Guardia Civil, escapó de prisión aprovechando un permiso que le concedió un juez durante las Fallas de 1992.

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Neusa trabaja como matarife de pollos en la empresa valenciana Saconda y su salario de 140.000 pesetas es prácticamente el único ingreso de la familia. Su marido, Enrique Anglés, falleció cirrótico hace tres años a causa de su afición a la bebida. Ambos se conocieron hace más de 30 años en un club de baile de Sao Paulo. "Yo tenía 16 años y él me llevó a lo oscuro y se puso encima de mi. Me enteré de que estaba embarazada cuando se me hinchó el vientre", relata la madre de los Anglés, en una lengua a mitad de camino entre el castellano y el portugués.Neusa ha parido nueve hijos y ha sufrido tres abortos. De los ocho hijo! que le viven, cuatro han tenido más de un tropiezo con la justicia: Enrique, Antonio, Roberto y Luis. Este último Se encuentra actualmente recluido en la prisión de Alicante y Roberto, que fue detenido en agosto de 1991 por tráfico de drogas, se halla encarcelado en la Modelo de Valencia por "cosas", según dice como única explicación su hermano Mauricio.

Antonio Anglés, cuya captura ha sido declarada "objetivo prioritario" de la Guardia Civil, es un tipo de "mal genio", según su madre. Ha estado condenado a más de ocho años de prisión, entre otras cosas por tráfico de drogas y secuestro. En junio de 1989, mantuvo encadenada a una menor en una vieja casa de la calle de Colón, en Catarroja. Salió de prisión, con un permiso otorgado por un juez de Vigilancia Penitenciaria, para las fiestas falleras del año pasado.

Revistas pornográficas

La familia Anglés vive en un piso sucio y destartalado, lleno de escombros, falto de mobiliario, con varias literas derrengadas en un salón presidido por una televisión. La habitación que habitualmente ocupaba el fugitivo Antonio está compuesta de un camastro maloliente y una mesilla en la que sólo hay cuatro revistas pornográficas, un libro de la sexóloga Elena Ochoa y 50 recortes de revista con anuncios de lencería femenina.

"Antonio es muy listo, es como una pantera", decía ayer otro de sus hermanos, que afirma ser mormón y no trabajar porque el Estado le considera incapacitado. "Antonio lee muchos libros y siempre se escapa. Va a ser muy difícil que le cace la Guardia Civil". No es extraño que aprovechase los seis días de permiso que le dio un juez el año pasado para poner tierra de por medio y no volver a la prisión.

Enrique Anglés, detenido por su presunta complicidad en el crimen, "tiene mal el hígado y está mal de la cabeza", afirma su madre, que se queja de que el Estado sólo le pague 17.000 pesetas al mes por su "locura". Esta mujer asegura que su hijo "no ha follado nunca con chicas porque le da vergüenza" y que se hace sus necesidades encima, llegando a la demencia de "freír en una sartén su propia mierda". El año pasado fue detenido por pasearse desnudo por el centro de Catarroja. Ha recibido tratamiento en el psiquiátrico de Bétera.

Neusa Martins pagó tres millones por el inhóspito piso donde vive, en la calle Camí Real. Anteriomente, su familia ocupó una casa baja del número 59 de la calle de Colón, de Catarroja. Los vecinos de este lugar recuerdan los últimos años como una pesadilla, ya que la vivienda estaba siempre "llena de drogadictos" que entraban y salían a todas horas e insultaban a quienes encontraban a su paso.

Hartos de esta situación, los pacíficos habitantes del barrio denunciaron la situación y lograron que la juez Isabel María Artero Molina autorizase la entrada de la policía en la casa, donde detuvo a cuatro individuos, entre ellos a Roberto Anglés. Después, el Ayuntamiento cerró el inmueble con unos gruesos tablones clavados en puertas y ventanas.

Huérfano de madre

Miguel Ricart, el Rubio, que ha reconocido haber participado en los hechos que acabaron con él asesinato de las niñas de Alcásser, quedó huérfano de madre siendo muy niño. Su padre le internó a él y a su única hermana, Encarna, en el orfanato de San Juan Bautista, en la valenciana calle de Guillén de Castro.

Al llegar a la adolescencia, su padre se empeñó en que el chico aprendiese un oficio en la Universidad Laboral de Cheste, pero él se negó a estudiar y se puso a trabajar en una granja de cerdos. "A mí eso no me gustaba. Venía a casa siempre oliendo a una peste... Yo le ofrecí un empleo como agricultor, pero él no quiso. Discutimos y a los 18 años se fue de casa", recordaba ayer el padre del presunto asesino, abatido y destrozado por la mancha que su hijo ha puesto al apellido Ricart.

El Rubio, que es padre de una niña de un año, fue detenido el 9 de enero de 1990 acusado de la retención ilegal de una persona y el 4 de diciembre del año pasado estuvo entre rejas durante 18 días por uso indebido de vehículo de motor. Encarna, cajera de un supermercado, rompió a llorar cuando un anónimo telefoneó ayer a su casa y le insultó por tener a "un asesino en la familia".

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