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15 estudiantes se convierten en las primeras proveedoras del banco de donantes de óvulos

Milagros Pérez Oliva

Quince estudiantes de Medicina se han convertido en las primeras proveedoras del banco de donantes de óvulos abierto en Barcelona por el instituto Cefer. Antes de promulgarse la Ley sobre Técnicas de Reproducción Asistida, las propias parejas estériles buscaban una donante, pero esta ley estipula que las donaciones deben ser anónimas. Hasta ahora, los centros de reproducción asistida han tenido que buscar una donante para cada caso, lo cual resulta difícil, pues la ley prohíbe toda remuneración. Cefer ofrece un censo de donantes y en sus anuncios indica que la donación será "recompensada económicamente".

"Esta cuestión fue objeto de debate interno en Cefer", explicó ayer Simón Marina, que comparte con Luis Gil Vernet y Alfonso Vergés la dirección del banco. "Al final decidimos llevar adelante la iniciativa. En realidad, no teníamos alternativa: o disponemos de un banco de donantes o abandonamos la fecundación asistida por donación". No se trata de una retribución del órgano, precisa Marina, sino de una compensación por las molestias, "como en la donación de semen, que pagamos 5.000 pesetas".La donación de óvulos es bastante más compleja, conlleva más molestias que la donación de semen, y requiere, por tanto, una compensación bastante mayor. Marina no quiere precisar cuánto mayor. En la donación de semen, la molestia se reduce a eyacular en el propio centro. En el caso de los óvulos, en cambio, la donación requiere una entrevista de selección, una analítica completa para descartar la presencia de enfermedades y someterse a un tratamiento de estimulación ovárica, que puede prolongarse durante seis u ocho días, con el fin de lograr el máximo número de óvulos posible. La extracción de los óvulos precisa una intervención quirúrgica, que se realiza mediante punción vaginal controlada por ecografía y con anestesia epidural.

La donación de óvulos resuelve el problema de las mujeres a las que se han extraído los ovarios, los tienen improductivos o pueden transmitir una enfermedad hereditaria, pero que disponen de un útero capaz de gestar.

"Desgraciadamente, la medicina no dispone de una técnica capaz de conservar óvulos congelados, por lo que la donación, en este caso, tiene unos condicionamientos muy importantes. Requiere que el óvulo sea fecundado inmediatamente". Por eso, lo que Cefer ha creado no es un banco de óvulos, sino un banco o censo de donantes, como el que funciona en el caso de la médula ósea. Una vez extraído, el óvulo se fecunda con semen de la pareja de la mujer receptora. El embrión obtenido se congela para implantarlo en su momento.

Ligadura gratuita

El primer niño español con óvulo de donante nació en la clínica Dexeus de Barcelona en 1988. El problema de la inseminación con donación ha sido siempre el mismo: encontrar una donante. Antes de que entrara en vigor la ley, en 1988, eran las propias parejas las que la facilitaban, habitualmente una pariente o una amiga de la mujer. La ley impuso el anonimato de las donantes y prohibió cualquier remuneración.

Los equipos de fecundación in vitro han capeado este problema con subterfugios. Por ejemplo, conseguir donantes entre las mujeres que solicitaban una ligadura de trompas de Falopio. Las que aceptaban, eran sometidas a una estimulación ovárica, y en la misma intervención se les extraían los óvulos y se les practicaba la ligadura. Gratuitamente. Lo que significa que la donante era compensada, en realidad, con las 100.000 pesetas que cuesta esta intervención.

Estos procedimientos se han revelado insuficientes. Y así, un día en la Facultad de Medicina de Barcelona, apareció un cartel que pedía "mujeres universitarias, de 18 a 25 años", que quieran convertirse en donantes de óvulos, previa "compensación económica".

"Es que no será hijo mío"

Gemma tiene 22 años y está en quinto curso de Medicina. Pasó un día por el tablón de anuncios y vio el cartel de Cefer pidiendo donantes de óvulos. "Me pregunté si sería para investigación o para dar a otra mujer", relata con voz queda, todavía bajo los efectos de la anestesia epidural, poco después de haberle sido extraídos seis folículos."Si hubiera sido para investigación, no me hubiera ofrecido. Soy cristiana practicante y mis creencias no me lo permiten". Su motivación, asegura, es altruista. "He vivido de cerca el problema de una pareja que desea tener hijos y no puede. Por ella no puedo hacer nada, pero puedo ayudar a otros". El tratamiento de estimulación ovárica le ha dado algunas molestias, "pero todo ha sido muy fácil", dice.

Reconoce que ha recibido una compensación económica, "por los viajes y el tiempo empleado", que considera suficiente, aunque tampoco revela la cuantía. "En mi caso, este detalle es el menos importante". No le preocupa pensar que tendrá un hijo por ahí, que no conoce: "Es que no será hijo mío. En realidad, los hijos se hacen a partir del momento en que nacen, por la relación. Será hijo de los padres que lo tengan", afirma sin vacilar.

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