Investigadores
Ante todo debo presentarme. Soy biólogo e investigador free lance de vida silvestre. Resido de forma permanente en Grecia desde 1989 dedicado al estudio de los mamíferos marinos.El motivo que me lleva a escribirle es la publicación de un artículo dedicado a la foca monje de las Chafarinas en el número 92 de El País Semanal. En él se refiere la labor de los investigadores españoles dedicados a la recuperación de este mamífero (el más amenazado de Europa). No se menciona mi existencia en ningún momento.
No es cuestión de vanidad, aunque quizá haya algo de orgullo personal quebrantado (por enésima vez), pero la no referencia de mi labor en este campo hace un flaco favor a mis esfuerzos para lograr la recuperación de la especie a un nivel suprafronterizo (como la misma naturaleza debe entenderse en esencia).
A pesar de que soy el responsable del Programa Griego para la Conservación de la Foca Monje en el archipiélago de Cícladas (el mayor de Grecia), financiado parcialmente por la Comunidad Europea, tengo serias dificultades económicas para llevar a cabo propiamente mi investigación. Para los organismos competentes españoles, trabajo en la protección de una especie fuera de nuestro (su) territorio. Las autoridades griegas no dedican dinero a la especie (ya han hecho más que mi país otorgándome esa gran responsabilidad y una modesta beca de 25.000 pesetas al mes hace dos años). Por desgracia, los que en la Comunidad Europea intentamos actuar como auténticos miembros de ella seguimos encontrándonos con demasiada frecuencia en tierra de nadie.
Para colmo soy español y aún joven, factores (el primero, una cruz; el segundo, pasajero) que hacen muy dificil que se valore mi trabajo en España. Basten dos ejemplos:
1. Nunca se me ha consultado ni informado antes de efectuar las operaciones de captura de Peluso.
2. Cuando en el verano de 1990 aparecieron dos focas en las costas andaluzas, me desplacé a España e intenté determinar a qué especie pertenecían. No me fue permitido el análisis de los cadáveres por estar pendiente su identificación por especialistas de otro país. Dichos especialistas reconocieron a ambos ejemplares como focas monje. Debido a que las focas habían muerto por enfermedad se realizó una reunión de expertos en Bruselas con el fin de organizar un ambicioso plan de vacunación de focas monje en todo el Mediterráneo contra su nueva enfermedad. Hubiera costado una fortuna y la vida de muchas focas (debido al estrés de la captura).
En noviembre de 1990 pude analizar los cadáveres de las dos focas citadas por gentileza de la Estación Biológica de Doñana, a cuya colección científica habían sido donados los esqueletos y pieles. Ambos ejemplares eran focas de casco (Cystophora cristata), especie típica de Groenlandia y mares aledaños. Debido a los motivos aludidos, la esperanza de continuación de mi trabajo la tengo en la financiación de alguna empresa privada o fundación española.
No quisiera acabar sin dejar bien claro mi apoyo a la labor de Chisco en África y de Manu en Chafarinas, que es de todo punto necesaria para la recuperación de las focas en mi lejano... PAÍS!-
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