Manos a la obra
Los españoles se aficionan a arrimar el hombro a las organizaciones humanitarias
A Javier, las noticias de Somalia, Bosnia y otros lugares desafortunados del mundo le tenían inquieto desde hace tiempo, aunque no supo qué podía hacer hasta que oyó en la radio a María Luisa Álvarez, directora de Ayuda en Acción. Ni corto ni perezoso, se presentó en las oficinas de esa asociación humanitaria. "Oí que se podía ayudar con dinero o con algún trabajo, y como yo no tengo un duro, pues vengo a ver si me puedo ocupar de algo en mi tiempo libre", explica.
Javier, que estudia estadística en la Universidad Complutense de Madrid, está dispuesto a pegar sellos, cerrar sobres o copiar listados, tareas aparentemente desligadas de esos problemas, pero importantes para el funcionamiento de las organizaciones que luchan por erradicarlos.Como Javier, cada día son más los españoles que se acercan a alguna asociación de carácter humanitario para colaborar. Juan Antonio Almarza, del Centro de Voluntariado de Valladolid, considera arriesgado dar una cifra al respecto. "Se suele hablar de medio millón de voluntarios en términos redondos, pero sin negar que todas esas personas presten algún tipo de ayuda social desinteresada, son muchos menos los que se adecuarían a los criterios europeos", asegura Almarza, quien los fija, con precauciones, en unos 150.000. La diferencia estriba en que, para hacerse merecedores del término voluntarios, se les exige una cierta continuidad en la tarea y formación específica como tales. "Las cifras son claramente inferiores a las de países como Alemania, Francia o Italia, pero no debemos perder de vista su tendencia ascendente, en especial en un momento en el que el asociacionismo tiende a la baja en nuestro país", manifiesta Alcarza.
Contra la pobreza
"Todos los días recibimos llamadas o visitas de personas que se interesan por nuestra labor", confirma Pablo Alcalde, portavoz de Ayuda en Acción. Esta es una organización mundial -"independiente, aconfesional y apolítica", según precisa Alcalde, dedicada a combatir la pobreza en las regiones más deprimidas del Tercer Mundo. En la actualidad dispone de 23 proyectos repartidos en diferentes países de América, África y Asia.Pero Ayuda en Acción no es ni mucho menos la única organización de este tipo que opera en España. Al margen de las dependientes de la ONU, como Unicef o el PNUD, un total de 67 asociaciones se hallan agrupadas en la Coordinadora de ONG para el Desarrollo, aunque según su director, José María Iztueta, "existen unas 150 que de una u otra forma hacen cooperación". Entre ellas, las hay más conocidas, como Cruz Roja o Cáritas, y menos, como Las Segovias o Prosalus; específicas, como Médicos Mundi (salud), o más generales, como Manos Unidas. ONG son las sí glas para Organizaciones No Gubernamentales, expresión que define su independencia de los Gobiernos.
Esta independencia facilita su acercarniento a los problemas al margen de las situaciones políticas que imperen en los países afectados, pero también limita sus fuentes de recursos.
"Aunque existen fondos públicos para cofinanciar los proyectos de las ONG (los destinados por la Secretaría de Estado para la Cooperación o la parte correspondiente del 0,5% del impuesto sobre la renta de las personas físicas), la mayoría de sus actividades dependen de recursos propios (fruto de donaciones, cuestaciones, suscripciones, etcétera)", explica Iztueta. Los cerca de 10.000 millones de pesetas gastados por los miembros de la coordinadora en 1991 (frente a los 6.600 millones de 1990) puede hacer pensar en una gran generosidad de los españoles, pero el optimismo disminuye ante las sólo 27 pesetas anuales que como promedio destina cada español a cooperación (la cifra se eleva a 130 pesetas en otros países europeos).
De esta cicatería también es víctima la sección española de Amnistía Internacional, que a pesar de sus 70 grupos de trabajo repartidos por todo el país, apenas cuenta con 9.000 socios (a razón de 6.000 pesetas anuales) para respaldar sus actividades en favor de los presos de conciencia y los derechos humanos en todo el mundo. Su coordinadora, María Cañadas, confía en que la reciente decisión del consejo inter nacional de incluir dentro de su mandato a los grupos armados de oposición "ayude a vencer las reticencias de algunas personas que hasta ahora se habían mostrado remisas a unirse".
"La generosidad es un término relativo que varía en función de cómo conecte un tema con la sensibilidad del público", explica Víctor Renes, de Cáritas Española. Renes atribuye la diferente reacción de la gente ante el hambre en Somalia o el sida (altísima), y la paz en El Salvador o el paro (mucho más moderada), a diversos factores, entre los que destaca su proximidad en los medios de comunicación y en el debate de la calle. En su opinión, la reacción de los españoles "ante el impacto de la noticia resulta notable, pero disminuye de forma considerable cuando exige un grado de implicación personal".
Voluntarios para España
Ambas dificultades repercuten muy directamente en las organizaciones orientadas a la ayuda social dentro de España. A diferencia de las que se dedican a la cooperación en el exterior, sus destinos tienen nombres menos exóticos (Galicia, Zaragoza o un barrio periférico de una ciudad cualquiera) y los problemas que abordan parecen menos llamativos. Para paliar de alguna forma el bajo eco social de que gozaban, surgió en 1986 la Plataforma para la Promoción del Voluntariado en España, que hoy agrupa a 23 organizaciones tan distintas como el Teléfono de la Esperanza, la Asociación de Colaboradores con las Presas o la Comisión Justicia y Paz.La principal característica de los miembros de la Plataforma es, además de su carácter social, el trabajar con voluntarios. "No basta con dar dinero, sino que en casos como los de las drogas o el sida se requiere también una implicación social", manifiesta Juan Antonio García Almonasir, de Cáritas Española, una organización que, como Cruz Roja, trabaja tanto fuera como dentro de España. Y eso que, al igual que las ONG, estas organizaciones dependen sobre todo de las aportaciones de socios y donativos esporádicos.
De todas formas, y como aclara Lolina Pérez, directora de comunicación de la Plataforma, la carencia de voluntarios se nota más en unas organizaciones que en otras. Así, mientras son numerosos quienes acuden a las llamadas de la Asociación Española contra el Cáncer, una entidad similar, la Asociación Española de Esclerosis Múltiple, tiene una carencia permanente. Además, la experiencia de estos seis años de trabajo indica que hay sectores como los niños, la tercera edad y, más recientemente, los inmigrantes que atraen a un mayor número de colaboradores altruistas.
Un 80% de quienes llaman o acuden a la Plataforma son jóvenes entre 17 y 25 años, pero también jubilados o amas de casa que quieren mostrar su solidaridad. Las razones varían. La socióloga María Jesús Funes, autora de una tesis doctoral sobre este tema, apunta a los "beneficios personales" que reporta la "acción colectiva de tipo altruista", entre los que señala la solución a problemas afectivos o comunicativos, la posibilidad de realizar un trabajo creativo o el deseo de llenar huecos libres, pero también el propio talante cooperativo de personas a las que se han inculcado esos valores.
Plataforma para la Promoción del Voluntariado en España, teléfono (91) 445 77 66; Coordinadora de ONG para el Desarrollo, teléfono 361 10 96.
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