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Yeltsin contribuye con el acuerdo START II a que Bush cierre su presidencia con un broche de oro

Pilar Bonet

El presidente de Rusia, Borís Yeltsin, ayudará a su homólogo norteamericano, George Bush, a poner hoy un broche de oro a su mandato, que concluye el día 20, con la firma de un histórico tratado START II que reducirá en dos tercios el conjunto de los arsenales nucleares estratégicos de ambos países. La situación en la antigua Yugoslavia y un mayor apoyo económico de Washington para mantener la estabilidad política en Rusia son los otros dos previsibles temas de esta improvisada cumbre de menos de 24 horas, durante la que Yeltsin y Bush disponen de tres ocasiones para el diálogo.

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La primera ocasión fue anoche, en una cena de gala en la sala de las Facetas del Kremlin, y las otras dos, hoy, durante una temprana visita cultural por los museos de esta fortaleza en el corazón de Moscú y, luego, antes de la ceremonia oficial de la firma del START II. El programa se rematará con una conferencia de prensa conjunta antes de que Bush emprenda viaje a Francia.El Boeing presidencial Air Force One, que transportaba al presidente estadounidense desde Somalia, aterrizó ayer en el aeropuerto de Sheremétevo de Moscú a las 14.50 horas locales (dos horas menos en España). En la capital rusa reinaba una gélida temperatura de 21 grados bajo cero, la más baja de este invierno y casi 50 grados menos que en Mogadiscio, la capital somalí.

Sin ceremonias de bienvenida ni protocolos de ninguna clase, los presidentes no hicieron ninguna declaración ni conversaron con los periodistas antes de abandonar rápidamente el aeropuerto. En las inmediaciones de Sheremétevo, una decena de personas había desafiado la helada para protestar por la política de Bush. A la cabeza de los manifestantes que agitaban banderas iraquíes, se hallaba VIadímir Zhirinovski, líder de un partido político de ultraderecha, que en 1991 compitió con Yeltsin por la presidencia de Rusia y quedó en tercer lugar. Pese a su escasa envergadura, la protesta constituía una llamada de atención sobre la incomprensión que puede generar una política de Yeltsin considerada una claudicación ante los intereses norte americanos en los medios "patrióticos" rusos.

Las iniciativas de desarme, que en el pasado contribuyeron a potenciar la imagen internacional de Mijaíl Gorbachov, difícilmente pueden traducirse hoy para Yeltsin en dividendos políticos internos a corto plazo, ya que el ciudadano de a pie presta más atención a las penurias cotidianas o los problemas interétnicos en el antiguo espacio soviético que a los beneficios globales de un mundo menos nuclearizado.

La esposa del presidente Bush, Bárbara; el jefe del aparato presidencial, James Baker, y el secretario de Estado, Lawrence Eagleburger llegaron conjuntamente a Moscú, antes de que lo hiciera el presidente. La primera dama rusa, Naína Yeltsin, acudió al aeropuerto, junto con el ministro de Exte riores, Andréi Kózyrev.

Según la agencia de noticias Interfax, el ministro dijo que el texto "equilibrado" del. START Il satisface tanto a la parte rusa como a la norteamericana El texto, que fue ultimado en Ginebra el viernes, llegó ayer a Moscú.

Según la reducción prevista, el número máximo de cabezas nucleares quedará limitado a 3.500 unidades para cada una de las partes en el año 2003 o el año 2000, dependiendo de las posibilidades económicas de Rusia. En total, se desmantelarán unas 15.000 cabezas nucleares del total conjunto de 21.000.

Potencias desnuclearizadas

-El START Il asume que Kazajstán, Bielorrusia y Ucrania firmarán el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) en calidad de potencias desnuclearizadas. Estos países fueron, conjuntamente con Rusia, las otras tres potencias nucleares herederas de la URSS. La demora del Parlamento ucranio de Kiev en ratificar el tratado START I, firmado por Gorbachov y Bush en julio de 1991, constituye uno de los problemas más serios para la puesta en práctica del START II. Por ello, en opinión de los observadores políticos, Moscú y Washington deberán pensar en nuevas vías de persuasión para que Ucrania comience la liquidación de sus arsenales en el plazo de tiempo más breve posible.

En lo que se refiere a la antigua Yugoslavia, Rusia ha respaldado las sanciones de la ONU contra Serbia. Pero los sectores patrióticos rusos, que ven en Serbia un aliado espiritual y tradicional de su país, presionan muy intensamente para que Moscú modifique y suavice su política hacia Belgrado.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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