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Esperanzas frustradas

"Ya no queda sino emigrar", declaraba ayer profundamente deprimida María una vez asumida la victoria de Slobodan Milosevic y el auge del ultranacionalista Partido Radical. "Nos van a destruir", decía Dragan. Era hiriente ayer la desesperación de los sectores serbios más ilustrados y urbanos, en especial de los jóvenes, que habían mantenido la esperanza de una victoria de Milan Panic y del retorno de Serbia a la comunidad de "países normales", como decía ayer un estudiante.La selección negativa, clásica en el socialismo real, agudizada bajo el nuevo régimen de Slobodan Milosevic, e intensificada con la guerra, alcanzó el domingo sus cotas más altas. El régimen serbio era dirigido por un político comunista sospechoso de responsabilidades criminales a ojos de algunos Gobiernos extranjeros. El domingo, aquellos que han hecho gala en la campaña de sus "proezas bélicas" en la limpieza étnica en Bosnia, tales como Arkan y Seselj, han sido llamados por una mayoría del electorado a dirigir el país. Miles de jóvenes ya habían tomado la resolución antes de las elecciones de abandonar la antigua Yugoslavia si el presidente Milosevic se mantenía en el poder.

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Los lamentos y las denuncias de fraude electoral de la oposición y de una comunidad internacional que intervino masivamente en favor del candidato Panic son inútiles. La diferencia entre los dos candidatos no responde a la manipulación de votos. Es reflejo de un estado de opinión masivo, producto de la agitación y propaganda, de la manipulación de mitos, información y conciencias. La catársis nacional que la sociedad serbia tiene pendiente ya difícilmente podrá producirse por medios pacíficos.

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