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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Documental ecológico de ficción

Shadow o the wolf fDirector: Jacques Dorfmann. Guionista: Evans Jones y Rudy Wurlitzer. Fotografía: Billy Williams. Canadá-Francia, 1992. Intérpretes: Lou Diamond Phillips, Toshiro Mifune, Jennifer Tilly, Bemard-Pierre Donnadieu y Donald Sutherland. Estreno en Madrid: Palacio de la Prensa, Roxy B, Peñalver, Ideal, Renoir (versión original subtitulada)Desde que el documentalista Robert Flaherty rueda Nanuk, el esquimal (1922), se han sucedido las películas sobre la vida de los esquimales con fuerte carga documental por el interés que siempre ha despertado lo exótico. Aunque hay que reconocer que la mejor de todas sigue siendo Los dientes del diablo (1960), de Nicholas Ray, que más por casualidad que por decisión propia rueda íntegramente en los platós de los romanos estudios de Cinecittá, con la que esta producción tiene más de un punto de contacto.

Sin matar animales

Al comienzo de La sombra del lobo un rótulo advierte, para tranquilidad de ecologistas apasionados e intranquilidad de documentalistas minuciosos, que durante su rodaje no se mató ningún animal. Lo que quiere decir que la casa de la foca, el oso, la ballena, etcétera, en que se apoya su narración, tienen mucho más de ficción que de documental.

Esto hace que se tambalee una de las bases sobre las que se apoya la historia de los inuit, una tribu esquimal que vive en una zona al norte de Canadá, casi en el Ártiro, y más concretamente el problema que se plantea en 1935 cuando la presencia de un comerciante blanco de licores hace que se enfrenen Kroomak, el jefe de la tribu, y Agaguk, su único hijo, estalle la violencia, el comerciante muera y el hijo comience a vagar por la tundra en unión de su mujer.

Basada en la novela Agaguk, del escritor canadiense Yves Theriault, una de sus bases de apoyo era el estilo documental, está rodada en los mismos lugares donde se desarrollan los hechos y, no obstante, lo mejor de La sombra del lobo es su tono documental, sus blancos paisajes y escenas, como la de la casa de la ballena, por muy de ficción que sean.

En cine, ya se sabe, lo que importa no es qué se cuenta, sino cómo se cuenta. De forma que la mayor de las mentiras bien contada puede ser mucho más verdad que la más clara verdad mal narrada. Y éste es el otro problema de La sombra del lobo, su principal problema, que dramáticamente no acaba de funcionar.

En buena parte la culpa es de Jacques Dorfmann, un mediocre ex actor secundario, un interesante productor que no habrá tenido muchas dificultades para reunir los 35 millones de dólares que, al parecer, ha costado esta producción, pero un director con muy poca experiencia -éste es sólo su segundo largometraje-, al que le viene un tanto grande esta historia, no tanto por las dificultades del rodaje, sino por lo complejo que resulta siempre mezclar el documental con la ficción y la levedad y complejidad de los elementos dramáticos que tiene entre manos.

Esquimales

Tampoco le ayuda mucho la pareja protagonista. Tanto el filipino Lou Diamond Philips como la norteamericana Jennifer Tilly resultan unos esquimales poco convincentes. Y esto se nota sobre todo cuando se les compara con el japonés Toshiro Mifune, que está espléndido en el papel del jefe de la tribu, y Donald Sutherland, cuya interpretación puede calificarse de muy buena en su breve papel de policía montado.

Realizada en régimen de coproducción entre Canadá y Francia, se trata de una de las más caras y ambiciosas producciones rodadas en Canadá, pero el francés Jacques Dorfmann no logra alcanzar el nivel que se había propuesto.

Productor de En busca del fuego (1981), dirigida por Jean Jacques Annaud, no consigue seguir por este interesante camino en cuanto por las razones citadas la película La sombra del lobo resulta demasiado desigual. El filme se queda a medio camino entre la ecología de moda, el documental reconstruido y una ficción a la que falta intensidad dramática.

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