El ministro de Exteriores ruso advierte a Occidente sobre el riesgo de una intervención contra Serbia
El ministro ruso de Asuntos Exteriores, Andrei Kozyrev, dio ayer un anticipo tremendista de lo que podía suponer para el Viejo Continente la toma del poder en Moscú por los conservadores al tiempo que puso veladamente en guardia a Occidente contra una mayor intervención militar en la guerra que asola a la antigua Yugoslavia. Pidió el "levantamiento de las sanciones" impuestas por la ONU a Serbia y amenazó, si no lograba su propósito, con "tomar medidas unilaterales". Después explicó que su discurso era "un divertimento dialéctico".
Los 51 ministros que escucharon la primera alocución de Kozyrev no daban crédito a sus oídos. Lawrence Eagleburger, el secretario de Estado norteamericano, se preguntaba, según confesó después, cómo un reformista convencido como es el jefe de la diplomacia rusa podía proferir tales barbaridades sin dimitir. Su homólogo español, Javier Solana, manifestaba su sorpresa por el "cambio drástico de postura" rusa mientras el ministro bosnio, Haris Silajdzic, no dudaba en afirmar: "Hemos vuelto a la guerra fría". La delegación rusa también, se quedó atónita porque ignoraba el discurso de su ministro, según señaló su portavoz, Galina Sidorova.Además de exigir la supresión de las sanciones contra Serbia, Kozyrev brindó el respaldo de "la Gran Rusia al actual Gobierno serbio" y denunció el fortalecimiento de la presencia militar de la OTAN y de la Unión de Europa Occidental (UEO) en zonas de la antigua URSS y sus injerencias en Bosnia y Yugoslavia. Recordó, por último, que gran parte de Rusia está situada en Asia" y esto establece los límites de nuestro acercamiento con Europa".
Un hora después de haber provocado el susto, Kozyrev retomó la palabra. Apaciguó a su auditorio asegurándole que ni el presidente Yeltsin ni él mismo "estarán jamás de acuerdo con lo que he leido en mi primera intervención". Explicó su anterior alocución como un "recurso dialéctico" para ilustrar "la profundidad de la amenaza que se cierne sobre nuestro recorrido post comunista ( ... ) por parte de los elementos más extremistas de la oposición". Sólo le faltó nombrar a Jasbulátov, el presidente del Parlamento y uno de los principales responsables del acoso que padece Yeltsin.
El alivio fue generalizado en la reunión ministerial de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) aunque todos los asistentes se quedaron algo desconcertados. El recurso dialéctico "tiene un componente de broma y otro que no lo es", comentó Solana. A pesar de la rectificación "hay que tomar muy en serio el primer discurso de Kozyrev", añadió su homólogo alemán, Klaus Kinkel. "De todas formas hay síntomas inquietantes en la política exterior rusa", recalcó Lord Owen, copresidente de la conferencia de paz, sobre la ex Yugoslavia.
Para dejar las cosas claras Eaglelburger, que la víspera dió una rueda de prensa con Kozyrev dedicada a la antigua Yugoslavia, se empeñó en redactar sobre la marcha un comunicado conjunto norteamericano-ruso. El texto común no condena la política de Serbia sino que invita a sus habitantes a hacer "la elección adecuada", es decir a votar por el primer ministro yugoslavo, Milan Panic, que el próximo 20 de diciembre se enfrentará con el presidente serbio, Slovodan Milosevic, por la presidencia de Serbia. Si gana el conciliador Panic" ( ... ) el levantamiento de las sanciones podría ser examinado".
Golpe de efecto ruso
Algunas delegaciones interpretan que con su golpe de efecto Kozyrev ha pretendido además intentar convencer a los occidentales de que no deben acentuar más su presión sobre Serbia, tradicional aliado de Rusia, y dificultar así su labor frente a los nacionalistas rusos y a los ex comunistas.
Turquía, Hungría, Austria son los más beligerantes contra Serbia en la CSCE. Ayer insistían en incluir en las conclusiones de la reunión de Estocolmo, que achacan la principal responsabilidad del conflicto al régimen de Belgrado y a las milicias serbias en Bosnia, un párrafo esgrimiendo la amenaza de recurrir al título VII de la Carta de la ONU a cuyo amparo se produjo la intevención militar de la ONU contra Irak.
Sin llegar hasta esos extremos, Solana sí estimó que sería bueno que la "comunidad internacional enseñe los músculos" a Serbia para evitar que se extienda el conflicto a Kosovo y Macedonia. También abogó por fijar una fecha límite para el desmantelamiento por el Ejército y las milicias serbias de los campos de detención de prisioneros bosnios.
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