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EL FUTURO DE EUROPA

Los Doce logran un acuerdo financiero que desbloquea el camino hacia la Unión Europea

Lluís Bassets

La Comunidad Europea va a seguir adelante, juntos todos los Doce, rumbo hacia la unión decidida en el Tratado de Maastricht. España, tras una dura pugna que ha durado muchas horas y se ha zanjado pasada la medianoche, ha obtenido sobrada satisfacción a sus pretensiones: un fondo de cohesión de 15.150 millones de ecus (2,121 billones de pesetas) en siete años y la duplicación de fondos estructurales para las regiones del objetivo 1, cuya renta es inferior al 75% de la media comunitaria.

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Dinamarca también consiguió una fórmula excepcional que reconoce su estatuto dentro de la Unión Europea y le exime de la moneda y la defensa comunes, y no obliga a los otros socios a nuevos procesos de ratificación. Las puertas de la Comunidad Europea se abren, a partir del 1 de enero, a Austria, Finlandia y Suecia, que empiezan a negociar la adhesión y que no verán confirmado su ingreso si Maastricht no se ratifica.El presupuesto de la CE que sale de Edimburgo está muy lejos de Ios medios de nuestras ambiciones" que anunció el presidente de la Comisión, Jacques Delors. Felipe González calificó el resultado de "bastante satisfactorio", pero reconoció que el techo del 1,27% del producto interior bruto para 1999 no está a la altura de lo ambicionado en Maastricht.

"Es el Consejo Europeo más complicado de los que he vivido desde 1985, si se exceptúa Maastricht, donde se elaboró un tratado", aseguró González al terminar un Consejo en el que al final quedó casi solo en defensa de un presupuesto más expansivo y de un reparto más favorable -a España del gasto. "Primero hemos defendido las ambiciones de carácter general dentro del paquete financiero", dijo González, "pero después, los de nuestro país".

El vértigo provocado por la inmovilidad a un paso del abismo mantenida durante los dos días de cumbre ha empujado a los máximos responsables de los Doce hacia un acuerdo tímido y complicado, que promete segundas vueltas en los próximos meses, empezando por la acogida de las conclusiones de Edimburgo por el Parlamento Europeo, que debe convertirlas en presupuestos para 1993, y siguiendo con los dos procesos de ratificación ahora acelerados en Dinamarca y Reino Unido o la reaparición de problemas tan serios como la negociación del GATT.

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Editorial en la página 12

La CE recupera el rumbo en la cumbre de Edimburgo

La cumbre de Edimburgo, caracterizada en una visión sin distancia por la mediocridad de sus decisiones, puede pasar a la historia, sin embargo, como el Consejo Europeo que tomó una de las determinaciones políticas más trascendentales de la década, como es extender las fronteras d la CE hasta los límites de Escandinavia, incorporar a Austria e indicar idéntico camino para Polonia, la República Checa, Eslovaquia, Hungría e incluso las tres bálticas, según el sueño confesado por el canciller alemán Helmut Kohi.Las conversaciones con los tres primeros candidatos (Austria, Suecia y Finlandia) empezarán inmediatamente y con carácter oficial y seguirá Noruega inmediatamente.

Dinamarca seguirá en la Comunidad, si sus ciudadanos consideran suficiente que sus cuatro excepciones (moneda, defensa ciudadanía, asuntos judiciales y policiales) queden recogidas en un documento que es jurídica mente vinculante, pero no necesita un nuevo proceso de ratificación. "Todos estamos de acuerdo en salir adelante con el proyecto de Unión Europea y si hubiera un fallo de recorrido está la voluntad de los demás de seguir adelante", aseguró sobre esta cuestión Felipe González.

"Las decisiones que hemos adoptado hoy en Edimburgo permitirán que la Comunidad siga adelante a Doce", comentó un Major menos fatalista. "Creo que podemos decir que hemos resuelto en cubo de Rubik".

La cifra presupuestaria acordada como objetivo a largo plazo, en 1999, (el 1,27% ciento del producto interior bruto) se halla entre la segunda propuesta de Delors (1,32%) y la última oferta británica (1,25%), pero muy lejos de la inicial de la Comisión (1,37%), que había previsto tal objetivo para 1997.

Una buena parte de las rúbricas presupuestarias aparecen realmente recortadas en una proporción que contrasta vivamente con el crecimiento acompasado de los fondos estructurales y de cohesión que exigía España. Las propias reservas del presupuesto fueron calificadas por el primer ministro italiano, Giuliano Amato, como de "minirreservas" y son un indicativo de la precariedad previsora del plan financiero.

La presidencia podrá presentarla como una victoria ante la voracidad española. Aunque John Major tendrá no pocas dificultades para explicar los acuerdos de Edimburgo en su propio país, si se atiende a lo sucedido inmediatamente después de terminar la cumbre, en una conferencia de prensa en la que el premier británico fue interrumpido tres veces por grupos nacionalistas escoseses y ecologistas.

Tras la reunión en la capital escocesa, pues, la CE empieza a orientarse mejor en su retorcido camino. Sabe adonde va desde el punto de vista financiero: un ano de congelación del presupuesto y luego muy ligero crecimiento. Sabe adonde va desde el punto de vista institucional: el Tratado de Maastricht va a ser ratificado por daneses y británicos y, en caso contrario, los otros. diez seguirán avanzando y dejarán el lastre de quienes no hayan ratificado.

Una mejor orientación también ofrece más seguridad: los Doce lo demostraron ayer en su severa reprimenda contra Serbia, por sus responsabilidades en los desastre de la guerra balcánica y en las violaciones de derechos humanos, principalmente contra las poblaciones musulmanas. Esta voz más firme y segura de la CE debe producir también el efecto, según los dirigentes comunitarios, de transmitir un mensaje de confianza a los mercados financieros y de dar euforia a la economía real, lo que debe producir la recuperación de una cierta armonía europea.

Experiencia válida

La experiencia que ha sufrido la CE en los últimos meses, incluso en el caso en que la recuperación sea rápida y satisfactoria, no pasará en balde. La presidencia británica semestral ha dejado transcurrir el tiempo sin acercar ni tina sola posición en los grandes debates que producían mayores divisiones, en el mejor estilo de los jugadores de fortuna. Hasta ayer a mediodía no empezaron a moverse visiblemente las piezas, con lo que las distintas matizaciones del pánico ante el vacío tuvieron tiempo de ir pasando por la imaginación de los protagonistas.

El premier John Major, que había realizado una gira por las capitales europeas para preparar la cumbre en las dos últimas semanas, realizó ayer a primera hora de la mañana una segunda gira, esta vez por Edimburgo para entrevistarse mano a mano con sus colegas con mayor peso en el Consejo. La entrevista más sustanciosa y de mayor duración fue la que mantuvo con Felipe González, mientras a la misma hora el eje franco-alemán (Helmut Kohl y François Mitterrand) desayunaba y afinaba su estrategia común.

Como resultado de la acumulación de trabajo producida por la jugada de casino, muchos temas han quedado en el tintero en Edimburgo y otros apenas han sido resueltos a medias.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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