_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Fascista, monarquica y republicana

La muerte física de las grandes estrellas las sorprende invariablemente en una especie de limbo, aquel en el que se esconden quienes temieron descender al destino de simple mortal. Me entero de que Celia Gámez ha muerto, y la primera impresión es de que hay un error: murió hace muchos años. O no morirá nunca. Es algo que también le suele ocurrir a las estrellas.Con una obsesiva necesidad de preservarse, Gámez vivió los últimos años encerrada en el anonimato de su propia muerte presentida, tratando de robar a los demás la imagen de su belleza perdida. Ahora intento rescatarla de su limbo y veo una mujer que me fue legada, con el resto de la historia reciente de España, como la única que había excitado -según testimonios históricos, amén del rumor popular- lo que tuviera o tuviese en el solar inferior de su anatomía el hogaño rememorado general Franco, hasta el punto de despertar los celos de su consorte, Carmen Polo. Amante de Millán Astray, fundador de la Legión, que cuando llegó el momento se la colocó a un casto José, ejerciendo él de padrino de bodas.

Más información
Muere Celia Gámez, cuyas canciones reflejan casi toda la vida de España en este siglo

Calculadora y sureña

Mujer caliente, sensual, calculadora y sureña, Celia Gámez era grande a pesar de ser fascista -como antes fue monárquica y republicana: el maestro Haro Tecglen lo cuenta aquí mismo muy bien-, porque los artistas, si lo son de verdad, superan hasta sus propias mezquindades.

Gámez era un personaje femenino apasionante que vivía el amor libremente desde su doble nacionalidad hispano-argentina cuando yo alzaba la nariz en un país en donde las mujeres portaban faja, peineta con mantilla y, en vez de suspirar, se persignaban. Quizá por eso pesan más en el recuerdo los nardos o el pichi que un repugnante chotis, titulado Ya hemos pasao, que lanzó al esternón de los vencidos y fue su obsecuente tarjeta de visita ante el franquismo.

Tan pobre era, tan embustera, tan siniestra la España de después de la guerra que ni el gusto de darle la espalda a Celia Gámez se podía permitir. Su lascivia se convirtió en un lujo, un mal ejemplo delicioso, que no estaba al alcance de todos los españoles. Esbelta y retranqueada, vividora y aguardentosa, Celia Gámez vivió sus aventuras imposibles en una España de moral impresentable. Se ha muerto en un asilo de Argentina, muchos años después de morir. A lo mejor, el dictador, que está en el cielo de los no promiscuos, tiene poder para que ella le cante un tango o un cuplé. Ojalá que no.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_