Una explosión de belleza
Se desbordó la belleza en la maravilla de las Vísperas de Monteverdi, ese feliz encuentro de gregoriano, polifonía, vigor dramático, riqueza tímbríca y encanto instrumental. Jacobs nos ha demuestra que la crisis del 92 no llegará a la música, porque el 93 es el año de Monteverdi (350 años de su muerte) y el mundo se va a enriquecer, pues los hallazgos sonoros y conceptuales del compositor italiano todavía asombran. Volver a Monteverdi es ir en busca de unas raíces de afecto e intimidad, de música profunda y rabiosamente humana, donde hay emoción en cada frase y cada momento musical rebosa de poesía.Jacobs dio alas a la sucesión de números de las Vísperas. Extraordinariamente cohesionadas las partes vocales, tanto en los estupendos solistas como en el coro de cámara, se identificaron con los instrumentos de época del Concerto Vocale, al que se unieron cornetas y trombones del Concerto Palatino.
Vespro della Beata Vergine (1610)
De Claudio Monteverdi. Intérpretes: Nederlands Karnerkoor, ConcertoPalatino, Concerto Vocale. Director: René Jacobs. Madrid Cultural. Teatro Monumental, 8 de diciembre.
¿Qué destacar más: el cálido y mordiente sonido de la violinista, Mioko Kimura, la conjunción de las sopranos o los tenores solistas, la redondez del contratenor o la dirección o vuelo de las antífonas gregorianas?. El dramatismo de la obra se salpicó de exquisitez de matices. Ecos, efectos, distribuciones espaciales del sonido y acompañamientos, fueron manejados con conocimiento, vitalidad e inspiración por un Jacobs en pleno autodominio, que nos electrizó como si oyéramos la obra por primera vez: quizás era así. El mérito de esta versión radicó en su capacidad de contagiar la ilusión de que Monteverdi está más vivo que nunca. Lo dicho, estamos salvados para el 93.
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