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Arco 93 vuelve a la Casa de Campo y reduce su espacio a la mitad por problemas económicos

Las galerías de arte extranjeras dan la espalda a España, según la directora de la feria

Rocío García

Se ha terminado el momento de la especulación del arte y vuelve el del coleccionismo y la sobriedad. La crisis ha afectado de manera tan especial al mundo del arte que la feria española, Arco 93 se ha visto obligada a reducir drásticamente su espacio expositivo, el número de galerías y los costes económicos. La 12ª edición de Arco, del 12 al 17 de febrero de 1993, regresará de nuevo a su antiguo emplazamiento del Pabellón de Cristal de la Casa de Campo de Madrid. De los 14.273 metros cuadrados y las 195 galerías presentes en Arco 92 se pasa la próxima edición a 7.000 metros cuadrados y sólo 130 galerías. A esto se une el "muy fuerte desencanto" de las galerías extranjeras con respecto a Arco, según su directora, Rosina Gómez-Baeza.

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Ante la sorpresa de los galeristas, Ifema (Institución Ferial de Madrid), organizadora del certamen entre el 12 y el 17 de febrero del próximo año, ha decidido abandonar su lujoso y recién estrenado emplazamiento del parque ferial Juan Carlos I para regresar de nuevo a la Casa de Campo de Madrid. La decisión, aceptada unánimemente por el comité organizador de la feria, integrado por 15 expositores y galeristas de 8 países nombrados por el propio Ifema, ha provocado una clara división entre los profesionales del sector.Los galeristas defensores del traslado, casi una mayoría, alegan razones de orden económico -el Pabellón de Cristal les supone una rebaja en el precio por metro cuadrado de 2.500 pesetas con respecto al coste actual del emplazamiento del parque ferial Juan Carlos I, así como unos descuentos según los años presentes en Arco-, sentimentales y de realismo artístico, así como de mayor facilidad de acceso por transporte público. "El nuevo parque ferial no estaba acorde con el mercado del arte. Nunca el comercio del arte contemporáneo se ha podido comparar al de los motores o la moda, por ejemplo. Somos un mercado que no puede pagar el espacio que pagan otros. Es una vuelta a nuestro sitio, con lo que supone también de lección y de denuncia del bluff que se ha montado en torno al arte en España", dice Antonio Machón, de la galería del mismo nombre y uno de los fundadores de Arco.

Parecida opinion tiene Helga de Alvear, de la galería Juana Mordó. "Todo tiene que volver a su sitio; se trata de salvar la feria y sobrevivir en estos momentos de crisis", dice De Alvear, quien pone como ejemplo su reciente presencia en la Feria de Colonia, que le costó dos millones de pesetas y en la que vendió únicamente un cuadro de 500.000 pesetas.

Sin dejar de reconocer el "maravilloso" espacio del ferial Juan Carlos I, para Evelyn Botella, de la galería Aele de Madrid, la vuelta a la Casa de Campo es positiva. "El Pabellón de Cristal, en el que hemos vivido nuestros mejores momentos, tiene un ambiente mucho más cálido y, además, hay que acoplarse a los tiempos que corren".

Éxito de público en el 92

Sin embargo, Isabel Garrigues, de Gamarra y Garrigues, califica la decisión de Ifema de "un paso atrás" en la historia de Arco. Isabel Garrigues recuerda el éxito de público de la edición de 1992, con 154.000 visitantes frente a los 136.320 de 1991 o los 142.000 del año 90, y destaca la infraestructura del ferial Juan Carlos I, donde el arte contemporáneo tiene unas posibilidades expositivas de mucha mayor calidad. "Hemos estado vendiendo durante dos años el espacio del ferial Juan Carlos I como algo maravilloso y ahora tenemos que vender lo contrario", afirma Isabel Garrigues.

Para una firme defensora de Arco como es Soledad Lorenzo, de la galería que lleva su nombre, "es una pena haber perdido un lugar tan espléndido, aunque lo importante es que se celebre Arco". Soledad Lorenzo, que rechaza que el tema del transporte público influyera en la asistencia de visitantes al nuevo recinto -"ahí están las cifras"- advierte sobre el peligro de que descienda la calidad en la feria. "Todas las ferias del mundo están atravesando por momentos muy difíciles. Llenar una feria a nivel espacio es muy fácil. Lo que no se puede perder es en calidad y prestigio".

El abandono de la especulación

Rosina Gómez-Baeza, directora de Arco desde su edición de 1987, se debate entre su optimismo ante la recuperación del interés por el arte y el abandono de la especulación y el aspecto únicamente mercantil que ha dominado los últimos años el mundo artístico y el pesimismo ante lo que ella misma califica de "desencanto muy fuerte" de las galerías extranjeras con respecto a Arco.

"Las galerías extranjeras han dado la espalda a España. Hay que volver a entusiasmarles, como hicimos en nuestros mejores años de 1989 y 1990, y hacerles creer que todavía tienen un hueco en nuestro país", afirma Gómez-Baeza, quien dice que la razón de esta situación es la ausencia de colecciones internacionales en nuestro país. "Sólo hay colecciones españolas, y para atraer a las galerías extranjeras hay que asegurarles contactos de interés".

La directora de Arco reconoce el peso de las razones económicas en la decisión del traslado a la Casa de Campo. "La crisis ha afectado de manera muy especial al mundo del arte, a lo que se añade el daño enorme que el dinero especulativo ha causado en este sector. Tenemos que limitar el tamaño de la feria y reducir los costes y su magnitud. El emplazamiento de la Casa de Campo se asocia más a la coyuntura que vive el mundo del arte, al mismo tiempo que se asocia a los momentos esplendorosos de Arco", dice Rosina Gómez-Baeza, quien resalta igualmente la importancia de recuperar y reivindicar para el arte el edificio del Pabellón de Cristal, obra del arquitecto Asís Cabrero y "una de las piezas más rigurosas y bellas de la arquitectura contemporánea madrileña", según un comunicado de prensa de Arco. En opinión de Gómez-Baeza, "se recupera un espacio asociado a un frescor de ideas y a una lucha por el arte de hoy".

Crisis aparte, tanto Rosina Gómez-Baeza como Juan de Muga, recién elegido portavoz del comité organizador de Arco, figura creada por primera vez desde el nacimiento de la feria, resaltan el buen momento que, en su opinión, tiene ante sí el coleccionista. "Este es el gran momento de los coleccionistas, figura más probada en la adquisión de arte", dice Gómez-Baeza, mientras Juan de Muga, de la galería Joan Prats de Barcelona, opina que la próxima edición de Arco será "una feria muy buena, con obra importante, de gran calidad y en la que se podrá invertir en arte a precios más reales".

"Esperamos que el resultado comercial sea bueno", confía Juan de Muga, sin olvidar que en la edición del mes de febrero pasado los galeristas se negaron a que la organización facilitara datos globales de ventas.

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