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Tribuna
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Los padrinos

Bertolt Brecht lo escribió a toro pasado. Cuando los nazis fueron a por los sindicalistas o a por los comunistas o a por los judíos, los demás jugaron a desentenderse. ¿Acaso sindicalistas, comunistas o judíos no eran minoritarios? Luego la tragedia implicó a todo un pueblo, a todo el mundo, y para siempre quedó la duda de que si las democracias occidentales no hubieran dejado hacer, dejado pasar e incluso financiado el nazismo o el tacticismo estalinista no hubiera llevado a aberraciones como el pacto germano-soviético, tal vez la barbarie de la II Guerra Mundial hubiera podido evitarse.Ahora va de minimalismo. Son pequeños grupos aislados que ya no responden al desafío revolucionario de Octubre, sino a los miedos mediocres e interiorizados en las capas populares europeas, y de momento tampoco vienen por nosotros: van por el negro, el morenito, el magrebí, el inmigrante sea del color que sea... Pero se incuba en ellos la ideología de un mundo sin esperanza ni horizontes, en la que hasta los viejos y los inválidos ocupan un lugar que no se merecen. ¿Para cuándo una ideología del exterminio de todo aquel o aquello que precisa subsidio, asistencia de Estado? ¿En qué se diferencia este discurso del que machaconamente predomina sobre la necesidad de volver a unas relaciones sociales económicas, culturales, en las que la ley del más fuerte sea la única ley necesaria?

Cuando de esta ideología se apoderan colectivos sumadores de distintas debilidades, disfrazados de cuero, púas y colores de jungla, resulta que carecen de lenguaje hablado o escrito y recurren a la gestualidad de la paliza y el navajazo. Pero tienen padrinos ideológicos a altísimos niveles del espíritu, que incluso se permiten la mueca de asco ante la sangre como resultante de una teoría del desprecio..

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