_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Blanca transparencia

Aunque el pasado año realizó una interesante exposición monográfica sobre su obra durante los años sesenta y no hayan sido pocas las convocatorias colectivas que últimamente han contado con su participación, en realidad ésta es la primera gran muestra individual con trabajos recientes que exhibe en Madrid Lucio Muñoz (Madrid, 1930) desde su magna retrospectiva del Reina Sofía en 1988, luego itinerante por diversas ciudades españolas y extranjeras. En este sentido, se comprende la expectación entre los aficionados, que además saben que el local recientemente inaugurado de la Galería Marlborough posee la espaciosidad y luminosidad precisas para dar el debido realce al acontecimiento.Laborioso y embebido en lo que hace, Lucio Muñoz ha sabido responder al requerimiento y presenta casi una treintena de cuadros, algunos de formato considerable, y una selección de grabados, prácticamente todo fechado en 1991 y 1992. Pero más importante que la cantidad es aquí lo novedoso del giro que Lucio Muñoz ha dado a sus cosas, aunque, como corresponde a un artista en plena madurez, sin alteración de sustancia. Dos son los elementos más llamativamente nuevos: la brillante luminosidad apoyada en el uso dominante del blanco y la madera a la vista, una madera sencilla, industrial, de tablero de conglomerado.

Más información
El intimismo y la sencillez marcan los últimos cuadros de Lucio Muñoz

Recordando sus series últimas, dominadas por oscuros verdes como de bosques profundos, o las siluetas arquitectónicas de perfil dramático como ennegrecidas fachadas catedralicias, este giro de albura y transparencia aclara y desenfada el horizonte, a la par que permite lucir esas sabias maneras técnicas que sólo se acreditan, como en el caso que nos ocupa, tras 40 años de oficio, y cuyo refinamiento principal consiste en ocultar los esfuerzos y dificultades para que las cosas se muestren sin afectación y como hechas solas, sobrevenidas al desgaire. Y es que la experiencia dilatada del pintor se condensa en la visión y en el dejar fluir la naturalidad.

Es verdad que la tendencia instintiva de Lucio Muñoz ha sido siempre, muy al modo español, hacia lo barroco y, de esta guisa, el desarrollo de este proceso de aclaración y naturalidad se va complicando paulatinamente, transformándose los primeros pasos dados en maquinas escenográficas más complejas, donde, sin pérdida de la dominante blanca, las materias se espesan, se arriscan, engullen vidrios, multiplican listeles y accidentan, en fin, acusadamente el relieve, como dejan entrever siluetas figurativas de velado acento arquitectónico. Eso es manifestación de que la contradicción del creador sigue viva, que autogenera tensiones, que carbura y que, por tanto, avanza...

Y esa dialéctica es particularmente buena en un degustador de la materia, cuyo principio es el dolor inarticulado, pero cuyo fin puede ser la elegancia manierista, de cuyo peso agobiante sólo se hurtan quienes se atreven a correr inquisitivos riesgos más allá de lo necesario. En este sentido, debo llamar la atención sobre la potente limpieza de algunas pequeñas tablas, como la titulada Fil natural, sin olvidar tampoco el virtuosismo del grabado, que en Lucio Muñoz se hace, ya con el solo tratamiento matérico del papel, cumplida maravilla.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_