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La calidad de vida será una pauta de eutanasia para los bebes prematuros en Holanda

Isabel Ferrer

La calidad de vida es el criterio que debe guiar a los pediatras a la hora de decidir el futuro de bebés prematuros que sobreviven en los departamentos de neonatología sólo gracias a la ayuda de modernos sistemas de respiración o alimentación. Si su vida depende de éstos, el médico puede ponerla fin después de haber obtenido el consentimiento de los padres y el parecer de otro colega. A esta conclusión ha llegado la Asociación Holandesa de Pediatría en su reciente informe Hacerlo o no hacerlo. Fronteras de la práctica médica en neonatología, que pretende ser una guía ética para los pediatras.

El documento no trata de influir en las decisiones de los pediatras. El diagnóstico de cada uno de ellos debe ser respetado. "Un médico que no tiene en cuenta la calidad de vida y enfoca su tratamiento sólo hacia la conservación de ésta, tal vez sea un buen técnico en biología, pero no un auténtico doctor", afirma el grupo de trabajo encargado del informe. Aunque el proyecto de ley de eutanasia continúa aún en el Congreso de Diputados de Holanda, ésta viene practicándose "de manera responsable y consciente" desde hace años. No suele ser perseguida si el paciente la solicita con claridad, su doctor consulta a otros colegas y familiares del solicitante y redacta luego un informe exhaustivo destinado al ministerio fiscal. De no ser así, puede llegar a castigarse con penas de hasta 12 años de cárcel.El texto de la asociación de pediatras revela que los especialistas infantiles se enfrentan en el país 300 veces al año con el caso de recién nacidos que necesitan de la tecnología médica para sobrevivir. En 200 de estas ocasiones el propio pediatra detiene el tratamiento intensivo ante la experiencia de que la muerte del pequeño es mera cuestión de tiempo. La decisión se sopesa desde el punto de vista médico y los padres no suelen estar involucrados en ella.

El centenar de casos restantes concluye también con el fallecimiento del bebé. Aquí, sin embargo, la calidad de vida juega un papel primordial. Si el médico ve que las posibilidades de supervivencia son mínimas o que el paciente nunca podrá valerse por sí mismo, "entonces la muerte es a veces mejor que la vida", afirman los especialistas. La opinión de los padres es respetada, aunque contradiga el diagnóstico.

Los pediatras holandeses no han logrado ponerse de acuerdo en los casos que denominan "de emergencia". De éstos se producen unos 10 al año y surgen cuando un bebé sobrevive a pesar de haber suprimido todos los tratamientos. Ello no significa que se haya curado, recuerdan, aunque hay que decidir si. se acaba o no con su vida de forma activa. La asociación pediátrica no ha hallado todavía una respuesta a este dilema. Hablan de la cláusula de conciencia en caso de negativa frente a unos padres que lo solicitan. Incluyen la obligación de remitirles a otro profesional y centro médico. Tampoco ignora a otro grupo de médicos partidarios de proteger al bebé de las decisiones de sus padres u otros colegas. Estos prefieren, aplicar toda clase de medios para mantener su vida. Ninguno olvida que la justicia, en última instancia, debe ser informada del desenlace.

Ante la ausencia de una ley afirman estar a merced de una situación imprevisible. Para evitarla, suelen afirmar en los certificados de defunción que el bebé falleció por causas naturales. La asociación espera que su estudio sirva de reflexión y consulta al ministerio fiscal, y desea poner fin al secretismo que envuelve ahora algunas muertes de bebés prematuros encubiertas como muertes naturales.

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