Historia de Cataluña

Leo en EL PAÍS del pasado 1 de octubre, en página encabezada como Publicidad, unas sorprendentes bases para el futuro nacional de Cataluña 1992.La cuestión no tendría mayor importancia al comprobar quiénes son los componentes de la comisión gestora que suscribe las mismas, pero dado el posible impacto de confusión que puede producir en la opinión pública, creo oportuno salir al paso para poner las cosas en su sitio.

La indicada comisión gestora o es muy ignorante, lo que no creo, o realiza una deliberada manipulación de la historia que es preciso recordar, estableciendo los puntos siguientes: 1. Jamás ha existido una nación catalana soberana durante 700 años. 2. Allá por el año 878, Wifredo el Velloso rompía el vasallaje con Aquisgrán, agrupando los condados catalanes. Aquellos territorios ya eran conocidos como Marca Hispánica o Hispania en la Europa civilizada. 3. Los descendientes de Wifredo fueron condes de Barcelona independientes hasta el año 1162, cuando muere Ramón Berenguer IV. 4. A partir de esa fecha, el Condado de Barcelona se integra en la Corona de Aragón con el monarca Alfonso II, hijo del conde y de Petronila, reina de Aragón. 5. El rey aragonés Jaime I incorpora a sus Estados los reinos moros de Mallorca en 1232 y de Valencia en 1238, con lo que la Corona de Aragón pasó a constituirse con los actuales territorios de Aragón, Cataluña, Valencia, islas Baleares y otras ciudades mediterráneas. 6. El Compromiso de Caspe, de 1410, a la muerte del rey Martín 1, extinguía la dinastía catalano-aragonesa, dando la Corona de Aragón al castellano Fernando, el de Antequera.

Desde entonces y hasta la unión con Castilla por el matrimonio de los Reyes Católicos, Cataluña ha pertenecido a la Corona de Aragón. A partir de aquel momento formó parte de uno de los reinos integrantes de la España del siglo XV, hasta nuestros días.

Resulta falsa la afirmación del derecho a una pretendida soberanía catalana, así como las demandas de democracia, justicia, libertad, gobernabilidad y paz, hoy debidamente garantizadas en un Estado de Derecho, que tan candorosamente reclama la pintoresca comisión gestora.-