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UNA LUCHADORA POR LOS DERECHOS HUMANOS

Cinco mil personas celebran en las calles el galardón

Unas 5.000 personas, en su mayor parte indios del Quiché guatemalteco, se manifestaron ayer en la ciudad guatemalteca de San Marcos paea expresar su júbilo por la concesión del premio Nobel de la Paz a Rigoberta Menchú. En la marcha se lanzaron consignas contra el Gobierno, al que acusaron de "haber intentado que no se otorgara el premio a Menchú". La concesión de este Nobel de la Paz a Rigoberta Menchú ha colocado en una posición incómoda al poder civil y al Ejército de Guatemala, que consideran a la galardonada como el símbolo de la subversión y no le perdonan que haya denunciado a través del mundo durante más de 10 años las violaciones de los derechos humanos cometidas por los militares en su lucha contra la guerrilla. El día anterior a la concesión del Nobel, el ministro guatamelteco de Exteriores acusó- a Menchú de estar "vinculada a ciertos grupos que han causado grave daño a Guatemala".Augusto Alvarado, portavoz de la Presidencia de Guatemala, indicó ayer que la distinción obliga a la dirigente campesina a "ser más cuidadosa con las acusaciones que haga al Gobierno". Alvarado se había mostrado crítico con la candidatura de Menchú al Nobel por considerar que la líder indígena había dañado la imagen de Guatemala en el exterior.

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Rigoberta Menchú, líder indigenista de Guatemala, galardonada con el Premio Nobel de la Paz
"La paz exige justicia".

Tras hacerse público el premio, el Gobierno del presidente Jorge Serrano no tuvo más remedio que felicitar a Rigoberta Menchú y calificó la recompensa de "reconocimiento del esfuerzo de todas las comunidades indígenas para mejorar sus condiciones de vida".

Telegrama del Rey

El rey don Juan Carlos envió ayer un telegrama de felicitación a la galardonada y el ministro de Asuntos Exteriores, Javier Solana, remitió también una misiva de enhorabuena. El Gobierno español, a través del embajador en Guatemala, Juan Pablo de la Iglesia, la felicitó y calificó de "merecido" el premio "en homenaje a su constante lucha por el respeto a los derechos humanos y a su permanente dedicación a las poblaciones indígenas más desfavorecidas".

El subsecretario de Asuntos Exteriores, Máximo Cajal, que era embajador en Guatemala en 1980 cuando el Ejército asaltó e incendió la representación diplomática española, operación en que murió el padre de Menchú, envió un telegrama personal a la premiada. Un portavoz de la Sociedad Estatal V Centenario considera a Rigoberta Menchú un "testimonio de lucha personal para que los pueblos indígenas sean reconocidos y respetados".

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La campaña de apoyo en España a la candidatura de Menchú recogió firmas de políticos, artistas e iristituciones.

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