Ellas leen más
Christian Brégou, presidente del grupo francés Presses de la Cité, explicó ayer en Madrid, en el congreso del grupo editorial BerteIsmann, que sus conciudadanos compran y leen cada vez más libros y que el mercado se desarrolla de manera regular.Un balance que resulta, de todas formas, engañoso, porque esconde una baja en los índices de la lectura, ya que a la compra progresiva de libros se viene a unir una reducción del número de libros leídos.
Los jóvenes son los más afectados por el descenso del hábito de leer, y los hombres van leyendo menos que las mujeres, según los porcentajes.
En un periodo de 15 años, los lectores descendieron en 12 puntos mientras que las lectoras subieron en ocho. Las causas del fenómeno podrían ser, según Brégou, la progresiva normalización de la mujer en todos los sectores del mercado del trabajo; el sistema educativo, muy feminizado en Francia, y las carreras literarias, que cuentan con un gran número de mujeres.
La evolución de los diferentes estilos de vida, con un modelo degradado en el que el libro parece un objeto antiguo y la televisión funciona muchas veces como guardería infantil; el desarrollo conjugado de varias formas de ocio que quitan tiempo a la lectura, y la importancia exagerada que se da a las materias científicas y a los textos prácticos en las escuelas, en perjuicio de los hábitos de lectura y del placer de leer, son algunas cuestiones en las que Christian Brégou insistió. Se trata, pues, de asuntos que hacen temer no por la desaparición de la lectura, sino por la capacidad de los editores y otros responsables sociales de inscribir al libro en el mundo moderno, dijo Christian Brégou. En su opinión, los profesionales deben mejorar la distribución, bajar los precios, estimular la demanda con promoción que incluya anuncios televisivos y modernizar los métodos comerciales.
De todas formas, Christian Brégou terminó con una nota irónica y optimista, recordando cómo, hace exactamente un siglo, se vivía en Francia una grave crisis editorial. Un artículo denunció a la bicicleta como un grave competidor del hábito de la lectura.
Babelia
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