_
_
_
_

El centro del desastre

El principal distrito de Madrid acumula mugre, obstáculos y desidia

La eficacia de un Ayuntamiento se puede analizar con cifras, estadísticas, ingresos y gastos. La degradación de una, ciudad resulta, en cambio, muy difícil de reflejar con datos. Las imágenes de la vida cotidiana parecen tan próximas y tan individuales que apenas saltan a los medios de comunicación porque no reúnen los requisitos urgentes de la noticia. Y no son traducibles a números. Sin embargo, un paseo por el centro de Madrid (140.000 vecinos, millones de circulantes) arroja una realidad incuestionable: la ciudad se ha hecho inhóspita. Las drogas, la prostitución o la delincuencia no son sus únicas causas; también la desidia municipal, el mal gusto, la dictadura de los coches y la opresión del peatón. El reportaje ha sido elaborado por y Juan Antonio Carbajo.

1. Alberque municipal. Los sincasa viven y duermen en un solar abandonado de la calle de Bailén, propiedad del Ayuntamiento de Madrid. Los vecinos dicen que hay droga, suciedad e incendios. El PSOE propuso a la Junta de Centro derribar la valla y crear un jardín. Aún no se ha hecho.2. La cabina de Pisa. La estatua de Vázquez de Mella, al comienzo de la calle de las Huertas (su cochambroso estanque se ve en la foto), tiene de todo al alcance de su pétrea mano: un buzón, un contenedor de vidrio y una cabina inclinada en la que hay que sujetarse para guardar el equilibrio. Los coches ya no aparcan a su vera porque la comisaría ha cortado la calle.

3. Hoy toca no pasar. "Una obra en el Já centro significa que inmediatamente se corta la calle, aunque sólo sea como almacén de material", asegura el concejal del PSOE Ginés Meléndez. El lunes, la calle de Tribulete era de uso exclusivo para el camión de una obra.4. Aparcamiento vigilado. La plaza la calle de los Embajadores es. chollo. Se puede aparcar en la acera (alguien ha puesto, unos tablones para salvar el desnivel entre la calzada y la zona para peatones) y además tiene un vigilante que a falta de bancos públicos duerme en un sofá particular.Plaza de la madera. La recoleta plaza del Alamillo se ha convertido en un almacén de madera. Y de ladrillos, arena y electrodomésticos tirados. Una obra tiene completamente ocupada la plaza y taponado alguno de sus accesos.

6. Personas ajenas a la obra. Por la calle de Segovia y la travesía del Nuncio se puede pasear sin casco aunque uno se encuentre en plena obra, pero ¿dónde termina la calle y dónde empieza el tajo?

¡Jesús, qué caos! La plaza del Conde de Miranda se ha librado de los coches que estacionaban en ella impunemente, porque ahora ha sido tomada por las obras de un almacén. Las clientas del cercano mercado de San Miguel deben sortear materiales de construcción, losetas rotas y grúas.

8. San José, obreros. La calle de San José es de uso exclusivo para los obreros. No se puede pasar aunque sí aparcar (a la derecha, fuera de la foto) junto a un gran agujero protegido por vallas medio caídas de medio metro.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

9. La guinda de la reforma. La renovada plaza de Santa Ana, reinaugurada en diciembre, aún tiene un agujero donde se preveía una fuente. Además, ha sido seleccionada por los responsables municipales para que los barrenderos dejen la basura en ella antes de que, horas después, la recojan los camiones. Mientras, el olor de la mugre perfuma el paisaje.

10. La fuente acosada. El rincón podría ser precioso. Pero la fuente parece inalcanzable entre dos recipientes para vidrio, una cabina, un buzón de correos y un contenedor. Aunque daría igual. La fuente está seca.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_