Cuatro aviones con ayuda humanitaria aterrizan en Sarajevo bajo las bombas
La furia de la artillería serbia se abatió ayer otra vez sobre el corazón de la asediada capital bosnia, Sarajevo. Los ataques causaron un número no determinado de bajas y varios incendios -incluida la parte alta del hotel Holiday Inn, centro de operaciones de los corresponsales de la prensa internacional- pero no paralizaron el puente aéreo de ayuda recién restaurado.
El repentino ataque contra el centro de Sarajevo no impidió la llegada de dos aviones estadounidenses y dos canadienses que trajeron alimentos y medicinas y, lo que logísticamente es más importante, un equipo de radar para facilitar las operaciones del puente aéreo de ayuda para los 380.000 residentes de la capital bosnia, sitiada desde hace seis meses.El ataque comenzó poco después de las ocho de la mañana, cuando los pocos clientes del Holiday Inn ya se encontraban desayunando en el comedor de la planta intermedia. Los periodistas que habíamos salido del hotel poco antes vimos los destellos de tres disparos de carro de combate que se estrellaban contra el cuarto, quinto y octavo piso del edificio, un objetivo varias veces alcanzado en los últimos meses.
Los artilleros serbios atrincherados en las colinas vecinas recurrieron a proyectiles incendiarios para la andanada de ayer, como lo hicieron la semana pasada para destruir la vecina sede principal de Energoinvest, un edificio de 18 pisos del que sólo queda un esqueleto de hierro retorcido. Al menos tres edificios vacíos contiguos ardían varias horas después del ataque.
Uno de los proyectiles que alcanzó el hotel estalló en un sector de la quinta planta, hace tiempo abandonada por falta de ventanales. Los otros se abatieron sobre las plantas superiores, en varias ocasiones utilizadas por francotiradores bosnios para cortar las vías de comunicación y abastecimiento de las fuerzas serbias, a dos kilómetros de distancia.
Intenso fuego de ametralladora
Las llamas que amenazaban con devorar el hotel pudieron ser contenidas a tiempo a pesar del intenso fuego de ametralladoras pesadas que trataron en vano de cortar el paso a los coches de los bomberos. Explosiones de morteros que cayeron en la vecindad destrozaron ventanales y causaron cortes ligeros a dos periodistas de la televisión francesa.
Para los informadores, quizás el peor daño fueron las averías en las antenas de los teléfonos satélite, el último vínculo entre Sarajevo y el mundo exterior.
La intensificación de los bombardeos después de tres días de relativa calma causó al menos cinco muertos en el barrio musulmán de Dobrinja, donde según testigos ayer cayeron por lo menos cincuenta morteros.
El ataque también provocó la fuga despavorida de centenares de hombres y mujeres que hacían cola bajo los tejados de Sarajevo para recoger agua de lluvia, y entre quienes se aventuraron a los parques desolados en busca de leña para cocinar.
En Sarajevo no existe combustible desde hace más de una semana y los planes para restablecer el servicio eléctrico han sido temporalmente abandonados a causa de los bombardeos.
Quizás el único consuelo para los residentes de la capital bosnia fue la llegada de los cuatro aviones de Estados Unidos y Canadá cargados de alimentos, medicinas y mantas, que aprovecharon una mejoría del tiempo para aterrizar en Sarajevo.
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